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De la ventana de la pantalla a la puerta del metaverso laboral

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Si con la pandemia una parte del trabajo pasó de presencial a modo remoto, ahora una proporción importante de profesionales se asoman varias veces al día a las ventanas de las pantallas para mantener contacto profesional con los propios equipos de la empresa, clientes y proveedores situados en puntos geográficos distintos. La revolución tecnológica continúa su curso y nos sitúa a las puertas de un nuevo universo laboral, de un nuevo contexto llamado metaverso laboral, que más que permitirnos asomar a una ventana, nos ofrecerá una puerta de acceso por la que nos adentramos de lleno en ese nuevo mundo. Primero fue utilizado por los videojuegos, después por las empresas de formación online como Madrid Content School y ahora el potencial de metaverso ha llevado a Mark Zuckerberg a rebautizar a Facebook como Meta, en una clara apuesta por este nuevo mundo digital e incorporando dicho concepto meta a la estrategia de la compañía para los próximos años.

¿Qué es el metaverso laboral? El concepto de metaverso fue acuñado por el autor Neal Stephenson en 1992 en su novela Snow Crash donde, ya entonces, un nuevo tipo de virus amenazaba con atacar a sus habitantes y para los cuales su única salida era refugiarse en un mundo virtual al que bautizó como metaverso. La palabra está compuesta por el prefijo meta, que es una preposición griega que significa más allá y la terminación verso, tomada del concepto universo, lo que podíamos traducir como un universo paralelo más allá del físico y en el que internet pasa a ser un vehículo que nos traslada dentro de esa realidad a un espacio donde, según Zuckerberg, se fusionan el mundo físico y el virtual y en el que podemos interactuar con nuestros interlocutores conjugando ambos mundos. Reuniones de trabajo en el metaverso Si quisiéramos imaginar cómo serán las citadas reuniones de trabajo en el futuro metaverso con los distintos miembros de un equipo, debemos imaginarnos un espacio común, una oficina virtual a la que se pueden incorporar todos los elementos físicos que queramos: mobiliario, plantas, pizarras de exposición y evidentemente los avatares que nos representarían a cada uno de los asistentes y con los que nos comunicamos a través de la plataforma recibiendo nuestras indicaciones que ellos expondrán, y con las que actuarán casi como lo haríamos nosotros, mientras nosotros podemos estar a miles de kilómetros de distancia asistiendo a esa sala de reuniones a través de las gafas de realidad virtual.

Hay quien especula que nuestro avatar y representante hasta podría ir ataviado con nuestra indumentaria, color de pelo, gafas, etc. Otros creen que algunos aprovecharán para construir una imagen ideal de sí mismos. En definitiva, que el mundo del metaverso nos abre un campo de posibilidades y de incógnitas a las que no es posible aún dar respuesta.

¿Cómo será nuestra experiencia? ¿Distinguirá nuestro cerebro qué parte de nuestras sensaciones proceden de las experiencias reales y cuáles de las virtuales? ¿Estaremos ante el nacimiento de nuevas sensaciones y emociones fruto de esa experiencia híbrida? En el horizonte aparecen también voces críticas como la de Elon Musk, quien cree que esa nueva realidad no pasará de ser eso, una realidad virtual.

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