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¿Cuál es tu kaizen?

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Recién estrenado septiembre, al igual que enero, son meses habitualmente escogidos para los propósitos, tiempo de inicios, momento para plantearse objetivos, quizás nuevos horizontes…, en definitiva, cambios. Con el nuevo curso, ¿cuál es tu kaizen? En algunas ocasiones he hablado del concepto, esta palabra de origen japonés formada por dos vocablos: kai, cambio, y zen, a mejor. Constituye una metodología para la mejora continua y se le otorga a Masaaki Imai, profesor japonés y fundador de Kaizen Institute.

La mejora continua puede extrapolarse a cualquier área. ¿Cuántos cambios podemos llegar a experimentar a lo largo de nuestra vida personal o profesional? Y de estos, ¿cuántos de ellos son inesperados, no buscados, y cuántos voluntarios, conscientes y planificados? La palabra cambio para algunas personas entraña connotaciones no del todo positivas al relacionarla con la incertidumbre, el miedo a lo que no conocemos, el temor ante aquello sobre lo que no tenemos control. Mientras que muchos individuos ven en el cambio beneficios, crecimiento y oportunidad, otros muchos lo perciben como amenaza, encuentran pretextos y se resisten, tanto es así que los motivos de resistencia al cambio están estudiados y tipificados.El concepto deriva del verbo cambiar, implica acción, significa pasar de un estado a otro diferente, supone transición, y simboliza “transformación”.

El aprendizaje evolutivo está íntimamente unido a cualquier proceso de cambio, ya que incluso de experiencias negativas podemos extraer enseñanzas que ayudarán al crecimiento y desarrollo de competencias.Ver una oportunidad o una amenaza ante un cambio dependerá en gran parte de nosotros mismos, de nuestro estilo de comportamiento humano, de nuestro locus, concepto que hace referencia a lo que nosotros consideramos que tiene el control de nuestra vida. Hablamos de locus interno cuando pensamos que lo que nos sucede depende de nosotros y hablamos de locus externo cuando pensamos que es el entorno o “los demás”, los que tienen las riendas y control de nuestras vidas.Por supuesto el resultado de un cambio dependerá mucho de cómo se autogestione o gestione el proceso. No se trata de lanzarse al vacío sin paracaídas, los cambios se planifican, se trabajan y se monitorizan.

Para la gestión del cambio existen diferentes modelos, como los 8 pasos de Kotter o el modelo ADKAR (Concienciación, deseo, conocimiento, habilidad y refuerzo).Tanto peso tiene el cambio en la actualidad que entre las habilidades blandas o soft skills más demandadas en los procesos de selección se encuentran: la flexibilidad y adaptación al cambio, la creatividad, la capacidad de proponer ideas y acciones novedosas, tener una actitud abierta, positiva y curiosa… en definitiva, ver en cada cambio una experiencia, algo que preguntarse, algo que investigar y algo por descubrir. Resistirse a los cambios es una forma de estancarse y de no progresar y además puede resultar agotador. La autolimitación y el autosabotaje no son buenos compañeros de viaje si lo que pretendemos es seguir creciendo personal y profesionalmente.

Michael Jordan afirmó que: “Los límites, como el miedo, a menudo son solo una ilusión.” Nuestros miedos y el miedo de los demás que nos llega en forma de discurso o consejo actúan como freno. Los autosabotajes y los sabotajes de nuestro entorno nos paralizan de forma que pueden ganar el pulso al atreverse a nuevas formas de ver, pensar o de hacer.Maribel Verdú, en una entrevista, hablaba de lo paralizante que es el miedo: “Todo está en la cabeza. Si te equivocas, el mundo no se hunde y tú has hecho algo.

¿Tienes miedo? pues lo haces con miedo.”.

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