Adiós al “arquitecto nómada”

El arquitecto catalán Ricardo Bofill, uno de los de mayor proyección internacional, falleció ayer en Barcelona a los 82 años, y con él desaparece un “arquitecto nómada”, como él mismo se definía, que deja un legado arquitectónico y urbanístico distribuido por todos los continentes, desde Europa a África, de América a Asia. Bofill, que habría fallecido por Covid-19, acumuló una larga trayectoria en los campos de la arquitectura, el diseño y la planificación urbana, con obras de diseño urbano como la Place de l’Europe de Luxemburgo, el barrio Antigone en Montpellier (Francia), la Nueva Bocana del puerto de Barcelona o la remodelación y ampliación del aeropuerto de la capital catalana, donde también proyectó el Teatre Nacional de Catalunya y el Hotel W. El autor del también emblemático edificio Walden 7 de Sant Just Desvern será recordado por su “arquitectura visionaria e innovadora”, según destacó ayer su Taller de Arquitectura (RBTA), que había fundado en 1963 con un espíritu transversal en cuyo grupo inicial figuraban arquitectos, ingenieros, sociólogos y filósofos.Ese espíritu transversal se mantiene hoy en día, con sus dos hijos, Ricardo Emilio y Pablo, al frente de la oficina desde hace ya unos años, que lideran un equipo de más de cien profesionales de treinta nacionalidades que actualmente desarrollan numerosos proyectos.

Deja una amplia y variada producción arquitectónica, así como numerosos proyectos en curso como el Royal Arts Complex en Arabia Saudí y el aeropuerto de Chongqing, en China.Desde sus innovadores conjuntos de vivienda colectiva de sus primeros años, como los edificios Walden 7 y la Muralla Roja de Calpe, hasta infraestructuras como el aeropuerto de Barcelona, la sede corporativa de Shiseido Ginza en Tokio y la de Cartier en París, y proyectos más recientes como la Universidad Mohammed VI, con sedes en Ben Guerir y Rabat, Bofill destacó desde sus inicios por cuestionar el pensamiento dominante en arquitectura. Supo combinar el neoclasicismo de algunos de sus edificios con el posmodernismo de algunos de sus rascacielos, siempre adaptándose a la cultura local. De esa filosofía surgió una ingente producción, integrada por alrededor de mil obras en cuarenta países, muy variada en sus formas estilísticas, que procuraban adaptarse al entorno y mantener un fuerte componente de innovación y riesgo.

Los días 26 y 27 de enero se celebrarán varios actos de despedida.

El World Trade Center de Lleida, un proyecto que no ha visto la luz

La promotora Massana Grup anunció a principios de 2008 la construcción en Lleida del edificio World Trade Center, de 10.000 metros cuadrados con oficinas y tiendas y diseñado por Ricardo Bofill. No llegó a construirse debido a la crisis inmobiliaria.

Su ubicación era en la entrada de la ciudad por la LL-11. La inversión prevista para construirlo era de en 24 millones de euros y debía gestionarlo la misma empresa que lleva el WTC de Barcelona. En Andorra, diseñó en 1976 la nueva Basílica Santuari de Nostra Senyora de Meritxell tras un incendio que calcinó el antiguo templo.

Aragonés destaca “su mirada cosmopolita”

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, dijo que “su mirada cosmopolita y su legado arquitectónico serán siempre recordados dentro y fuera del país”, y la consellera de Cultura, Natàlia Garriga, afirmó que deja una huella imborrable.

Iceta: “Su obra le mantendrá vivo”

El ministro de Cultura, Miquel Iceta, lamentó el fallecimiento del arquitecto y aseguró que “su obra le mantendrá siempre vivo en nuestro recuerdo”.

“Es y será siempre un referente”

Assumpció Puig, decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya, consideró que Bofill “es y será siempre un referente”, y es “otro de los grandes nombres de la arquitectura catalana contemporánea, con obras en todo el mundo”.

Sant Just Desvern destaca el legado local

El ayuntamiento de Sant Just Desvern afirmó que, “vecino del municipio, el legado de Bofill en Sant Just deja su taller de arquitectura y uno de sus edificios más emblemáticos: el Walden 7”.