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La UdL halla en los Vilars de Arbeca el hueso de oliva más antiguo de Lleida

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El Grupo de Investigación Prehistórica (GIP) de la Universidad de Lleida (UdL) ha encontrado en la Fortaleza ibérica de los Vilars de Arbeca el resto de hueso de aceituna más antigua de las comarcas de Ponent. Se trata de un pequeño fragmento arqueobotánico datado en el siglo IV antes de Cristo (a.C.) que el equipo de arqueología ha localizado en la cisterna-pozo del yacimiento y que correspondería a una aceituna con una semilla de unos 8-9 milímetros.

La parte superior de este hueso de 2.400 años se ha conservado gracias a la carbonización, como la mayor parte de los restos de semillas y frutos que el GIP ha recuperado en la fortaleza a lo largo de los últimos 35 años. "Hasta ahora, los restos de oliva más antiguos de los que disponíamos en Lleida eran de época romana", explica la catedrática de Prehistoria de la UdL, Natàlia Alonso Martínez.

Concretamente, de las excavaciones arqueológicas en la capital del Segrià (intervención en la calle Democracia, s. II-I a.C.); de unos silos en torno al yacimiento de Minferri en Juneda (s. I-II d.C.); y de la ciudad de de Iesso, Guissona (s. I-II d.C.). "El hueso de los Vilars nos informa, pues, de que el olivo no fue un cultivo introducido en la zona por los romanos, sino que ya se cultivaba en época ibérica. De ahí su importancia", destaca Alonso.

Las variedades cultivadas de olivo (Olea europaea var. europaea) provienen de las silvestres, los acebuches (Olea europaea var. sylvestris). El núcleo original de su cultivo es Oriente Próximo, donde hay constancia de su domesticación hace más de 5.000 años. El cultivo fue extendiéndose del este hacia el oeste.

El fragmento de hueso de Vilars corresponde al período llamado ibérico pleno. Esto confirma que "el cultivo de este árbol tan emblemático de Les Garrigues es anterior a lo que pensábamos", subraya. "Hay que tener en cuenta que, desde el punto de vista económico, el olivo aportó una nueva concepción en la agricultura, puesto que introdujo un sistema de rendimiento aplazado", explica Natàlia Alonso. "La mayor parte de los cultivos conocidos en época prehistórica, cereales y leguminosas, tienen un ciclo vegetativo relativamente corto, por lo que sólo cabe esperar unos meses para obtener el fruto deseado mientras los olivos tardan muchos más años en producir", recuerda.

El hallazgo en Vilars plantea futuras líneas de investigación. "Un solo fragmento en el relleno de una cisterna no puede indicarnos si el cultivo del olivo tenía como objetivo sólo el consumo de los frutos en adobo, como actualmente, o también para la producción de aceite", explica Natàlia Alonso. Los expertos han encontrado, tanto en Vilars como en el yacimiento de Estinclells de Verdú (excavado por el Centro de Estudios Lacetanos), platos de prensa o lechos. "Es necesario investigar más para saber si los utilizaban tanto para la producción de vino como de aceite, ya que las épocas de cosecha y producción no coinciden en el año agrícola", apunta la catedrática de la UdL.

Las plantas documentadas por el equipo de arqueología de la Universidad de Lleida en los Vilars de Arbeca "dibujan" la dieta de los habitantes de este asentamiento íbero: cereales como el trigo común, el trigo duro, la cebada vestida y los mijos ; leguminosas como la lenteja y el haba; y frutales como el viñedo, la higuera y ahora el olivo; a las que se añaden otros frutos silvestres como las moras, los arañones o los bellotas.

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