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María Esclapez: "Ahora no nos queman, pero a las mujeres libres también se las tilda de brujas"

El nombre de María Esclapez, psicóloga clínica, sexóloga y terapeuta de parejas, vuelve a resonar con fuerza en las librerías con el lanzamiento de su nuevo libro. Acostumbrada a escribir sobre psicología divulgativa, esta vez se atreve a salir de su zona de confort para presentar su primera novela, "Mujeres que arden"

Maria Esclapez

Publicado por
Aida Doz
Lleida

Creado:

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Con un toque de misterio, thriller y drama, se crea una trama psicológica y reivindicativa que pretende inspirar y hacernos renacer de nuestras cenizas. Temas como el duelo, la manipulación y las relaciones tóxicas nos permiten conocer a Eleonor, quien se adentra en la investigación de un diario del siglo XVI que encuentra en casa de su difunto abuelo. Lo que se halla dentro le permitirá descubrir que tiene más en común con la autora de lo que creía, y que hay más violencia e injusticias de las que sabía.

Primero que nada, ¿cómo estás?

¡Pues muy bien! Estoy muy contenta y, de momento, el libro está teniendo buena acogida. Eso también me hace estar feliz y orgullosa de lo que he hecho porque ha sido muy difícil.

Claro, es que es tu primera novela. ¿Qué ha sido lo que te ha impulsado a dar el paso? ¿Por qué ahora?

Yo acababa de escribir “Me quiero, te quiero” y cuando lo terminé me quedé huérfana, como aquel que dice. Quería seguir hablando de esto y se me ocurrió mezclar psicología con ficción. ¿Y por qué ficción? Pues porque yo había puesto ejemplos en otros libros de pacientes, de ejemplos inventados e incluso situaciones mías, pero sentía que me sabía a poco. Al final, estábamos hablando de historias completas, de vivencias, de experiencias, de aprendizajes… y tuve claro que quería que esto lo representaran personajes de novela y que el lector entendiera que hay cosas que se explican o se entienden mejor si hay una historia detrás. No quería perder la parte de psicología divulgativa ni tampoco hacer un libro solo con dramas. Quería todo esto en medio de una trama que enganchara, que fuera adictiva, que generara intriga; y me pregunté “¿qué ciudad me va a ofrecer todo esto?” Pues Toledo.

Por qué sí.

Porque Toledo es magia, es intriga, tiene mucha historia, mucha leyenda negra; y porque la primera vez que fui me enamoré de todo esto. Sobre todo me llamó mucho la atención que tuviera historia de brujería, y me di cuenta de que muchas cosas que explicaban tenían mucho que ver, no con brujas-con esos seres malignos traídos por el demonio-, sino con mujeres que tenían conocimientos avanzados para la época y que intentaban ayudar a los demás. Mujeres avanzadas para la época, pero sobre todo mujeres libres que no estaban dispuestas a seguir ciertos estereotipos o ciertas normas de la época, y pensé “¿qué pasaría si esto se viera desde los ojos del siglo XXI, colocando ejemplos del día de hoy que se asemejan un poquito a los del siglo XVI?”

Este libro es una crítica social, entre otras muchas cosas. ¿Qué buscas explicar con esta historia?

Detrás de esto hay dos mensajes claros. El primero es la importancia de renacer aun cuando sientas que estás en tu peor momento, la importancia de no tirar la toalla, de seguir adelante, de ser resiliente en la vida. Es lo que se refleja a lo largo de toda la novela: “Caer, Arder, Renacer”. Se refleja en Eleonor, se refleja en Julia, pero también hay una parte crítica social muy importante, que es, además, la que transcurre en el siglo XVI, mediante esta reflexión que hacemos desde el siglo actual, utilizando ejemplos como el de La Manada, piensas “¿realmente hemos cambiado tanto?”. Ahora no nos queman, pero a esas mujeres que se atreven a hablar, a dar testimonio, que deciden ser libres, que cuestionan el sistema-ya no solamente el sistema social sino su propio sistema-, o que no quieren seguir el camino preestablecido, también se las llama brujas. Quizás no con esta expresión, pero sí se las trata desde la duda, la invalidación y la opresión. No hay más que entrar a las redes sociales y ver cuál es la actitud.

“Caer, Arder, Renacer” son las partes por las que está compuesto el libro. ¿Por qué lo has dividido así?

Caer es una metáfora de esas veces que las personas tocamos fondo, emocionalmente hablando. Cuando todo te va mal, cuando no estás bien o no te sientes tú, tienes que empezar de cero de alguna manera y hacer introspección y analizar dónde estás, de dónde vienes, quién eres y a dónde vas. Esos momentos que tenemos de perdernos y de volver a reencontrarnos. Pero para reencontrarnos, volver a esa esencia y volver a esas raíces necesitamos arder. ¿Y qué es arder? Es todo ese trabajo personal, esa búsqueda de la fuerza interior, toda esa introspección y encontrar nuestra capacidad de resiliencia ante las adversidades. Y renacer no es que todo te vaya superbién en la vida. La vida es dura y va a traerte problemas siempre, pero tú ya tienes herramientas nuevas y sabes quién eres y a dónde vas; has encontrado tu camino. Eso es lo más importante: cómo vas a manejar todas las adversidades que vengan. Renacer es reencontrarte.

Me has hablado de Eleonor, una mujer del siglo XXI y Julia, del siglo XVI, protagonistas de esta historia. ¿Cómo las describirías?

Parecen muy diferentes, pero no lo son tanto. Una está muy perdida y la otra empieza con más fuerza, pero va perdiendo por el camino con todo lo que le pasa. Salvando las distancias de los siglos, Julia es más echada para adelante y tiene claro que, pese a todo y aunque se pierda, no pierde el rumbo ni la fuerza. Eleonor es una persona con muchas más dudas, pero también tiene mucha fuerza, tanta que muchas veces me llevaba ella a mí y no yo a ella. Es como una chica del siglo XXI a la que la vida la ha puesto a una situación muy complicada, como todos los millennials que salimos preparados porque teníamos mucha formación, pero la vida nos fue como la mierda.

A la hora de estructurar la historia, ¿has escrito primero una línea temporal y luego otra o ha sido un trabajo complementario?

Antes de escribir el libro como tal, tienes que saber más o menos qué va a pasar en cada uno de los siglos, pero a la hora de escribir las he escrito alternadas. Está todo escrito en orden, porque en un libro donde tienes que atar tantos cabos, como no lo hagas así te pierdes. De hecho, el único capítulo que escribí, que además fue el primero, fue una escena sexual en la que yo pensé “si sé escribir esto, sé hacer todo”, porque para mí era lo más difícil. Que quede bien, que guste, que te metas en la escena… Narrar algo erótico te puede quedar vulgar, o muy soso, pero dije “si esto mola, me aventuro”.

Es una novela en la que hay muchísimos datos históricos. Has tenido que estudiar mucho antes de escribir esto. ¿Cómo ha sido el proceso?

Laborioso. He viajado tanto a Toledo que ya tenía bastante claras muchas cosas porque cuando vas al sitio las aprendes muy rápido. Guías turísticas, libros y audioguías que te compras allí… También tuve que hacer una búsqueda de las que a veces no encontraba absolutamente nada y me tocaba volver al lugar para preguntar a Patrimonio Nacional o a quien fuera y saber el porqué de algunas cosas. He tenido que estudiar mogollón, pero como es una cosa que me gusta, no me ha costado.

Hay una frase que dice "El único poder que tienen las brujas es el de vivir sin sometimiento". ¿Podrías desarrollar esta idea?

En la época del siglo XVI la misoginia era evidente y si no seguías los estereotipos ya eras de fiabilidad dudosa como mujer y como persona. Y, ahora, el ser una bruja es ser una mujer libre en todos los sentidos; ser una mujer que arde, que es valiente, capaz, resiliente, que tiene fuego, que no se rinde y no se viene abajo en términos generales, que aun así decide seguir y encontrar su camino.

En el libro describes y criticas el amor romántico. ¿Qué puedes decirnos sobre este concepto y por qué es importante en el relato?

Aproveché la novela para explicar los orígenes del amor romántico. No deja de ser una corriente artístico-literaria en la que se pone de moda hablar de emociones. Y las emociones que se expresaban en aquella época estaban relacionadas con el amor, el desamor, el amor platónico, más los estereotipos y el contexto de la época. Tenemos aquí una combinación peligrosísima: toda esta visión misógina y machista hacia la mujer mezclada con conceptos superromanticos. Aunque empezara con este movimiento, lo seguimos teniendo presente. Ha evolucionado a nuevos formatos y nuevas formas de pensar, pero siguen siendo, al fin y al cabo, las mismas creencias de “te controlo porque te protejo”. Era una crítica indispensable en la novela porque a día de hoy lo seguimos arrastrando. Nos encontramos siempre ante los mismos referentes, y aquí es donde sale mi vena “bruja” y pienso: ¿en qué momento vamos a cambiar el sistema? Necesitamos buenos referentes y educación, porque lo uno sin lo otro no va a ningún sitio.

También tratas otro concepto interesante: el de la “despersonalización”. ¿De qué se trata exactamente?

Esto de la despersonalización no deja de ser una forma de disociación. Una persona se puede despersonalizar en un momento dado cuando lo que está sucediendo es demasiado. Hay una emoción demasiado intensa y es como si de alguna manera no se reconociera en el espejo y como si se desplazara hacia atrás, como si fuera una mera espectadora y de repente se encerrara en alguna parte de la mente. Es un mecanismo de defensa porque es tan fuerte lo que está sintiendo y lo que está pasando que es incapaz de seguir en este sitio, en el aquí y el ahora. Este síntoma es típico, por ejemplo, si te da una crisis de pánico, ansiedad general, trauma…

Hasta ahora, estabas familiarizada con escribir sobre la teoría. Ahora también lo estás con la práctica. ¿Con cuál te gusta más experimentar?

Los dos tienen su cosa guay porque a mí me encanta también divulgar. La no-ficción es interesante, pero ya lo tengo más aprendido. Ahora bien, si hablamos de experimentar, la ficción, porque es todo nuevo todo el rato. A veces hasta tú te sorprendes porque salen cosas que no te esperabas que salieran, y esto supone descubrir nuevos sitios. Y si hubiera una segunda parte, que ojalá, me encantaría revivir otra vez el proceso de escribir ficción porque también me supone aprender mucho. De la otra manera también se aprende, pero esta es diferente, y por eso me llama la atención, porque me saca de la rutina.

¿Qué ha supuesto para ti este reto?

Verme capaz. Parece algo muy difícil, y de hecho lo es, pero hasta que no te pones y vas poco a poco, no sabes si eres capaz o no. Y esto se puede aplicar a todo en la vida. A veces dices “¿cómo me voy a sacar una carrera en cuatro años?”, y cuando terminas ves que sí que fuiste capaz.

Tras tantos años soñando escribir una novela, ¿qué le dirías a aquella niña que ha cumplido su sueño?

Me tengo que remontar a la niña de doce años que era la friqui de la clase (y en ese momento no estaba de moda serlo). Era una etapa en la que la escritura me ayudó muchísimo, así que le diría que no se sintiera rara a pesar de que el contexto lo hacía un poco inevitable, porque había gente que se metía con ella. Le diría que no deje de hacer lo que está haciendo; aparte de porque le está viniendo bien, porque dentro de unos años le va a servir para mucho más, y ya no solamente a ella, sino a más gente. Su trabajo, su imaginación y su forma de ver las cosas también van a ser de ayuda para muchas más personas. Entonces, tiene que seguir haciendo eso y aunque parezca que es diferente y que eso sea algo malo, no lo es, porque es diferente a los demás, pero eso es lo que la hace única y lo que la va a seguir haciendo única durante mucho tiempo. Que no se rinda, que no tire la toalla

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