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ESNOTICIA

Aplec del Caragol sin edad y multitudinario

El día grande de la fiesta reúne a miles de leridanos para comer, beber y bailar desde el mediodía hasta la madrugada

“Estamos todos los leridanos, sean ricos, pobres, guapos o feos”

Els caragols són el pilar fonamental d’una festa que és tot un referent per a Lleida i que reuneix persones de totes les edats i condicions.

El buen tiempo y las ganas de Aplec llenaron el recinto de los Camps Elisis durante toda la jornada. - GERARD HOYAS

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La segunda jornada de la XLIII Aplec del Caragol de Lleida no defraudó a pesar del calor y miles de personas asistieron al recinto de la Fira para degustar caracoles, bailar, beber y reencontrarse con familiares y amigos. A pesar de que algunos peñistas piden que dure una semana, por desgracia la fiesta bajará hoy el telón con el tradicional pasacalles.

La mayor fiesta de Lleida y una de las más multitudinarias de Catalunya celebró ayer su día grande por todo lo alto y con más de 15.000 peñistas que comieron, biebieron, bailaron y se mojaron con pistolas de agua para resistir el calor desde el mediodía hasta altas horas de la madrugada. Una jornada que congregó en el recinto de la Fira de Lleida a familias y amigos de todas las condiciones sociales que, con la excusa de comer caracoles, celebraron y reivindicaron la gastronomía, cultura e identidad leridana al ritmo de rumba, techno, ska, rock o con canciones que ya son himnos de esta fiesta, como Som de l’Oest, Beso a beso o La barbacoa.

“Es nuestra fiesta por excelencia, aquí te puedes encontrar con todo el mundo y el ambiente es insuperable, cuando entras al Aplec y te pones la pañoleta se te esboza una sonrisa que te dura todo el día”, apuntó un veterano peñista del Caragolillo Brillo, mientras que otro destacaba que “aquí venimos todos: desde los ricos a los pobres, los feos, los guapos, los que comen caracoles y los que no y desde los que quieren una fiesta tranquila a una sin freno”. Y es que hay muchos aplecs dentro del Aplec y solo hay que ver las diferencias de cada peña: algunas solo están por y para la fiesta y para otras la comida es sagrada; unas tienen un servicio de cocina ya contratado y otras se organizan entre todos los peñistas sin importar la edad ni la resaca; unas son de bingo y partida de cartas toda la tarde y otras son de charanga nada más acabarse la naranja tropical del postre. “Hay Aplec para todos los gustos y la única manera de conocerla es vivirla”, dijo una peñista de Peña Peñita Peña.

Antes de la comida de hermandad hubo la ofrenda floral a la estatua Manolo Calpe, el concurso de allioli hecho a mano y las sesiones vermut. Con el estómago lleno y las pilas cargadas, los peñistas siguieron la jarana con el concurso del polvoró-birra-polvoró, la rúa infantil (ver página 4), las carreras de caracoles y conciertos en cada parcela. “Por la tarde hay que gestionar bien las energías, el Aplec es como una maratón”, ironizaba un miembro de la peña Aspavil, que no las tenía todas consigo de si podría aguantar hasta el pasacalles. Comida y fiesta aparte, también hubo tiempo para hacer una histórica reivindicación: “Que el Aplec dure una semana, no puede acabar el domingo, es la felicidad absoluta”, dijo una peñista de Tan Me’n Fot. Ya dure tres o siete días, el Aplec es la fiesta que más representa a los leridanos: tradición, gastronomía, orgullo y camaradería. Por todo ello, visca l’Aplec!

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