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Beneficios y peligros de la cerveza: qué pasa en tu cuerpo cuando la tomas con moderación o en exceso

Todo lo que tienes que saber para disfrutar de la cerveza sin poner en riesgo tu salud

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El consumo de cerveza presenta diversos efectos en el organismo humano, tanto beneficiosos como perjudiciales, dependiendo fundamentalmente de la cantidad y frecuencia de ingesta. Los estudios científicos más recientes de 2025 confirman que la moderación es clave para aprovechar sus posibles ventajas para la salud, mientras que el exceso puede derivar en consecuencias negativas a corto y largo plazo.

Según investigaciones actualizadas por la Sociedad Española de Nutrición en enero de 2025, el consumo responsable de cerveza podría relacionarse con ciertos beneficios para la salud cardiovascular gracias a los antioxidantes presentes en esta bebida. Sin embargo, los expertos advierten que estos efectos positivos solo se observan cuando se mantiene un patrón de consumo moderado, establecido generalmente en una bebida diaria para mujeres y hasta dos para hombres, siempre dentro de un contexto de alimentación equilibrada y estilo de vida saludable.

La evidencia científica también señala que el exceso habitual de cerveza está directamente vinculado con problemas de salud graves, incluyendo enfermedades hepáticas, dependencia alcohólica y alteraciones metabólicas. Por ello, las autoridades sanitarias españolas mantienen campañas permanentes de concienciación sobre los riesgos asociados al consumo excesivo de bebidas alcohólicas, incluyendo la cerveza, que sigue siendo una de las bebidas más consumidas en nuestro país.

Beneficios potenciales del consumo moderado

Los efectos positivos del consumo moderado de cerveza han sido objeto de numerosos estudios científicos durante la última década. Entre los más destacados, los beneficios para la salud cardiovascular ocupan un lugar prominente. Los antioxidantes presentes en la cerveza, particularmente los flavonoides derivados del lúpulo y la cebada, pueden contribuir a mejorar la salud del corazón reduciendo la oxidación del colesterol LDL, según un estudio publicado por la Universidad de Barcelona a principios de 2025.

Otro aspecto positivo relacionado con el consumo moderado de cerveza es su aportación a la salud ósea. El silicio presente en esta bebida fermentada contribuye al aumento de la densidad ósea, lo que podría jugar un papel preventivo frente a enfermedades como la osteoporosis. Investigaciones realizadas por el Centro Nacional de Investigaciones Óseas durante 2024 confirmaron esta correlación, aunque siempre supeditada a un consumo responsable.

Resulta también significativa la relación entre un consumo moderado y un posible menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Varios estudios epidemiológicos han encontrado asociaciones estadísticas entre el consumo ocasional de cerveza y una mejor sensibilidad a la insulina. No obstante, los investigadores del Instituto de Salud Carlos III advierten que estos beneficios se neutralizan completamente cuando el consumo se vuelve excesivo.

Las propiedades diuréticas de la cerveza constituyen otro efecto positivo destacable. Al estimular la producción de orina, puede favorecer la eliminación de toxinas y contribuir al mantenimiento de la salud renal. Sin embargo, este mismo efecto puede provocar deshidratación si no se compensa adecuadamente con la ingesta de agua, especialmente en épocas de calor intenso.

Riesgos asociados al consumo excesivo

Entre los efectos negativos más evidentes del consumo excesivo de cerveza destaca su impacto en el peso corporal. Con aproximadamente 45 calorías por cada 100 ml, el consumo habitual puede contribuir significativamente al aumento de peso y favorecer la obesidad. Los estudios metabólicos realizados durante 2024 por la Sociedad Española de Endocrinología confirmaron que el exceso calórico procedente de bebidas alcohólicas resulta especialmente problemático por su baja capacidad para generar saciedad.

Las consecuencias hepáticas representan uno de los riesgos más graves. El hígado, órgano encargado de metabolizar el alcohol, puede sufrir daños progresivos que deriven en patologías como esteatosis, hepatitis alcohólica y, en casos severos, cirrosis. Los datos del Sistema Nacional de Salud indican que aproximadamente un 30% de los ingresos hospitalarios por problemas hepáticos en 2024 estuvieron relacionados con el consumo excesivo de alcohol, incluida la cerveza.

Otro aspecto preocupante es la alteración del patrón de sueño. Aunque inicialmente el alcohol puede facilitar la conciliación del sueño, múltiples investigaciones demuestran que afecta negativamente a las fases profundas del descanso, reduciendo su calidad y provocando efectos diurnos como somnolencia, falta de concentración y alteraciones del estado de ánimo. El Instituto del Sueño de Madrid publicó en marzo de 2025 un estudio que correlaciona el consumo regular de alcohol con un incremento del 35% en los trastornos del sueño.

El riesgo de desarrollar dependencia constituye otra consecuencia potencialmente grave. El consumo habitual puede generar tolerancia, requiriendo cantidades progresivamente mayores para obtener los mismos efectos, y eventualmente dependencia física y psicológica. Las estadísticas de los centros de desintoxicación españoles reflejan que aproximadamente un 15% de los pacientes tratados en 2024 presentaban problemas principalmente relacionados con el consumo de cerveza.

Impacto en la salud digestiva y mental

El sistema digestivo también puede verse afectado negativamente por el consumo excesivo de cerveza. El alcohol irrita la mucosa gástrica, pudiendo provocar gastritis, reflujo y, en casos severos, úlceras. Los gastroenterólogos advierten que el consumo habitual puede interferir con la absorción de nutrientes esenciales como el ácido fólico, vitaminas del grupo B y minerales.

En cuanto a la salud mental, la relación entre el consumo excesivo de alcohol y los trastornos psicológicos está ampliamente documentada. La cerveza, como bebida alcohólica, no es una excepción. Estudios recientes de la Sociedad Española de Psiquiatría han establecido correlaciones significativas entre el consumo abusivo y mayor incidencia de depresión, ansiedad y alteraciones del comportamiento. Particularmente preocupante resulta su efecto en adolescentes y adultos jóvenes, cuyos cerebros aún están en desarrollo.

Pautas para un consumo responsable

Las autoridades sanitarias españolas, en línea con organismos internacionales, han establecido directrices claras sobre lo que constituye un consumo moderado de alcohol. Para la cerveza, estas recomendaciones se traducen en no superar una bebida diaria para mujeres (aproximadamente 330 ml) y hasta dos para hombres. Estas cantidades deben considerarse como límites máximos, no como objetivos de consumo regular.

Además, se desaconseja completamente el consumo de cerveza u otras bebidas alcohólicas en determinadas circunstancias: menores de edad, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, personas con ciertas condiciones médicas o que toman medicamentos incompatibles con el alcohol, y quienes deben realizar actividades que requieren plena atención, como conducir o manejar maquinaria.

Los expertos en nutrición y salud pública recomiendan alternar el consumo de cerveza con agua para minimizar los efectos de la deshidratación, no beber con el estómago vacío y establecer días libres de alcohol para evitar la habituación. Estas prácticas, junto con un estilo de vida activo y una alimentación equilibrada, permiten un enfoque más saludable hacia el consumo ocasional de cerveza.

¿Qué es la cerveza y cómo se produce?

La cerveza es una bebida alcohólica milenaria obtenida mediante la fermentación de cereales, principalmente cebada malteada, a la que se añade lúpulo como agente aromatizante y estabilizador. Su proceso de elaboración consta de varias fases que incluyen el malteado, maceración, cocción, fermentación, maduración y envasado. La variedad de cervezas disponibles en el mercado es inmensa, desde las lager más ligeras hasta las ale más robustas, stouts, porters y cervezas de trigo, cada una con perfiles de sabor distintivos y graduaciones alcohólicas variables.

En España, la tradición cervecera ha experimentado un notable auge en la última década, con el surgimiento de numerosas microcervecerías artesanales que complementan la oferta de las grandes marcas industriales. Según datos de la Asociación de Cerveceros de España, el consumo medio por habitante se situó en 52 litros anuales en 2024, cifra que posiciona a nuestro país entre los diez mayores consumidores europeos.

¿Influye el tipo de cerveza en sus efectos sobre la salud?

La composición nutricional y el contenido alcohólico varían significativamente según el tipo de cerveza, lo que puede influir en sus efectos sobre el organismo. Las cervezas artesanales o sin filtrar suelen conservar más levaduras y compuestos bioactivos, lo que podría incrementar su aporte de vitaminas del grupo B y antioxidantes. Por otro lado, las cervezas con mayor graduación alcohólica conllevan riesgos más elevados para la salud cuando se consumen en las mismas cantidades que variedades más ligeras.

Las cervezas sin alcohol representan una alternativa cada vez más popular, con un mercado que ha crecido un 25% en España durante 2024 según datos del sector. Estas variantes mantienen parte de los compuestos beneficiosos derivados de la cebada y el lúpulo, mientras eliminan los riesgos asociados al alcohol. Sin embargo, los expertos advierten que su perfil calórico puede seguir siendo significativo, especialmente en personas que controlan su peso.

¿Cómo afecta la edad al procesamiento de la cerveza?

La capacidad del organismo para metabolizar el alcohol disminuye con la edad debido a cambios fisiológicos como la reducción de masa hepática y flujo sanguíneo al hígado. Esto significa que las personas mayores pueden experimentar los efectos del alcohol de forma más intensa y prolongada, incluso con cantidades moderadas. Los estudios geriátricos realizados en 2024 por la Universidad de Navarra demostraron que a partir de los 65 años, la tolerancia al alcohol puede reducirse hasta en un 40% respecto a la edad adulta temprana.

Por otra parte, la adolescencia y juventud temprana constituyen periodos especialmente vulnerables. El cerebro continúa su desarrollo hasta aproximadamente los 25 años, y la exposición al alcohol durante esta etapa puede interferir con la maduración neuronal, afectando funciones cognitivas y emocionales. Las políticas de salud pública en España han reforzado durante 2025 las campañas dirigidas específicamente a prevenir el consumo temprano de alcohol, incluida la cerveza, por sus potenciales efectos en el desarrollo neurológico.

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