¿Por qué este 22 de julio será el día más corto jamás registrado?
Los científicos alertan de un patrón inusual que podría obligar a restar un segundo a los relojes atómicos

La Tierra.
La Tierra experimentará este martes 22 de julio de 2025 uno de los días más cortos jamás registrados en la historia moderna, al completar su rotación 1,34 milisegundos antes de las 24 horas estándar. Este fenómeno, aunque imperceptible para los humanos, representa una anomalía significativa en el comportamiento rotacional de nuestro planeta y forma parte de una tendencia inusual que los científicos llevan observando desde 2020.
Esta aceleración en la rotación terrestre no es un hecho aislado. Si bien la diferencia de tiempo es extremadamente pequeña, menos de dos milésimas de segundo, los expertos señalan que podría tener consecuencias importantes si la tendencia continúa. Según los datos de Space.com, de mantenerse este comportamiento, alrededor del año 2029 podría ser necesario implementar por primera vez en la historia un segundo intercalar negativo, es decir, restar un segundo a los relojes atómicos para ajustarlos al tiempo astronómico real.
El registro de este 22 de julio lo sitúa como el segundo día más corto de 2025, solo superado por el pasado 10 de julio, cuando nuestro planeta completó su giro 1,36 milisegundos antes de lo habitual. Las predicciones apuntan a que el próximo 5 de agosto completará su rotación aproximadamente 1,25 milisegundos más rápido que las 24 horas estándar, convirtiéndolo en el tercer día más corto del año en curso.
La variabilidad histórica de la rotación terrestre
La duración del día en la Tierra no ha sido constante a lo largo de su historia geológica. Un estudio publicado en 2023 reveló que durante gran parte de la historia temprana del planeta, un día duraba aproximadamente 19 horas, muy lejos de las 24 horas (86.400 segundos) actuales. Este fenómeno se explica por el equilibrio entre las mareas atmosféricas provocadas por el Sol y las mareas oceánicas causadas por la Luna.
La tendencia natural durante millones de años ha sido hacia días cada vez más largos. El principal responsable de este alargamiento ha sido la fricción generada por las mareas lunares, que ha provocado que la Luna se aleje gradualmente de la Tierra. Este distanciamiento hace que nuestro satélite absorba parte de la energía rotacional terrestre, ralentizando su giro y, consecuentemente, alargando la duración de los días.
Sin embargo, desde la introducción de los relojes atómicos en 1973, los científicos han podido medir con precisión sin precedentes estos cambios. Hasta 2020, el día más corto jamás registrado fue apenas 1,05 milisegundos menor que las 24 horas estándar, según datos de Timeanddate.com. A partir de ese año, la Tierra comenzó a batir repetidamente sus propios récords de velocidad de rotación, alcanzando su punto máximo el 5 de julio de 2024, cuando completó su giro 1,66 milisegundos más rápido de lo habitual.
Posibles causas de la aceleración rotacional
El origen exacto de esta aceleración en la rotación terrestre sigue siendo objeto de debate en la comunidad científica. Leonid Zotov, experto en rotación terrestre de la Universidad Estatal de Moscú, ha manifestado que "la causa de esta aceleración no se explica". Según sus declaraciones a Timeanddate.com, "la mayoría de los científicos cree que se trata de algo interno a la Tierra. Los modelos oceánicos y atmosféricos no explican esta enorme aceleración".
Un estudio publicado en 2024 sugiere que el derretimiento de los casquetes polares y el consecuente aumento del nivel del mar podrían estar influyendo en la velocidad de rotación del planeta. Sin embargo, contrariamente a lo que podría esperarse, esta redistribución de masa no estaría acelerando la rotación, sino moderándola.
La hipótesis que gana más fuerza entre los expertos señala hacia el núcleo líquido de la Tierra como principal responsable. La desaceleración del núcleo terrestre podría estar redistribuyendo el momento angular del planeta de forma que el manto y la corteza giren ligeramente más rápido, explicando así los días más cortos que estamos experimentando.
Consecuencias e implicaciones futuras
Aunque estos cambios en la duración del día son imperceptibles en nuestra vida cotidiana, tienen importantes implicaciones para los sistemas de navegación por satélite, las telecomunicaciones y otros sistemas tecnológicos que dependen de mediciones temporales extremadamente precisas. Los relojes atómicos, que son la referencia mundial de tiempo, podrían necesitar ajustes si la tendencia continúa.
El propio Zotov ha pronosticado que esta aceleración podría ser un fenómeno temporal y que la rotación de la Tierra volverá a desacelerarse en un futuro próximo, retomando así la tendencia histórica hacia días más largos. De ser cierto, estaríamos presenciando solo una anomalía pasajera en el comportamiento rotacional de nuestro planeta.
Por el momento, los científicos continúan monitorizando cuidadosamente estos cambios y desarrollando modelos más precisos para comprender las complejas interacciones entre el núcleo, el manto y la corteza terrestre, así como la influencia de factores externos como las mareas lunares y solares, en la velocidad de rotación de nuestro planeta.
¿Qué son los segundos intercalares?
Los segundos intercalares son ajustes ocasionales que se realizan al Tiempo Universal Coordinado (UTC) para mantenerlo sincronizado con el tiempo astronómico. Hasta ahora, todos los segundos intercalares implementados han sido positivos, es decir, se ha añadido un segundo al reloj para compensar la desaceleración natural de la Tierra.
El último segundo intercalar se añadió el 31 de diciembre de 2016. Si la tendencia actual continúa, en torno a 2029 podría ser necesario implementar por primera vez un segundo intercalar negativo, lo que significaría restar un segundo al tiempo atómico, algo sin precedentes desde que comenzaron a utilizarse estos ajustes en 1972.
Este fenómeno rotacional nos recuerda que nuestro planeta está en constante cambio y que incluso algo tan aparentemente estable como la duración del día puede variar con el tiempo, evidenciando la naturaleza dinámica del sistema terrestre y la complejidad de las fuerzas que lo gobiernan.