Los formatos ahorro pueden salir más caros: compara el precio por kilo antes de comprar en el supermercado
Fitstore.es y la OCU advierten que los packs de productos o formatos más grandes pueden acabar costando más que el envase original

Imagen de archivo de un supermercado.
En los supermercados, es habitual encontrar productos presentados en formatos familiares o de ahorro, que aparentan ser opciones más económicas por su tamaño o por venir agrupados en paquetes de varias unidades. Estos productos suelen tener etiquetas llamativas, colores vivos y palabras como “pack ahorro”, “formato económico” o “familiar”, diseñadas para captar la atención y generar la sensación de que se está haciendo una compra inteligente. Sin embargo, detrás de estas ofertas puede esconderse un engaño: el precio por unidad de peso o volumen —es decir, por kilo o litro— puede ser más elevado que el de los envases individuales.
Un estudio reciente realizado por la empresa de comercio electrónico Fitstore.es ha revelado que la diferencia de precio por kilo o litro entre los formatos grandes y los envases individuales puede superar el 18 %. Aún más preocupante, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha llegado a documentar diferencias de más del 80 % en determinados productos. Es decir, lo que se vende como un ahorro puede acabar costando mucho más.
Este fenómeno afecta a una gran variedad de productos de uso diario. Ya sea en alimentación, limpieza del hogar o higiene personal, es fácil encontrar formatos grandes o packs múltiples que, si se analizan con detalle, resultan ser menos rentables. Leche, refrescos, arroz en vasitos, galletas, batidos, detergentes o geles de baño son solo algunos ejemplos. Los productos se agrupan o se amplían en tamaño para dar la impresión de un mejor precio global, cuando en realidad, al dividir el coste entre la cantidad real, el resultado puede ser sorprendentemente más caro.
El truco está en el etiquetado
La clave está en cómo se presentan los precios. Muchas veces, lo primero que vemos es el precio total del producto. Pero lo que realmente importa —para saber si estamos ante una buena oferta o no— es el precio por kilo o por litro, una cifra que debe figurar obligatoriamente en la etiqueta, aunque suele pasar desapercibida. Esta es la unidad de medida que permite comparar productos de diferentes tamaños y tomar una decisión racional basada en el coste real.
Los supermercados y las marcas lo saben. Saben que la mayoría de los consumidores compran con prisa, muchas veces sin tiempo para examinar cada etiqueta. Por eso juegan con el diseño de los envases, su colocación en los estantes e incluso con el tipo de fuente que utilizan para destacar ciertos mensajes. Un producto en formato grande, colocado a la altura de los ojos y adornado con mensajes como “+ ahorro” o “+ cantidad”, despierta la impresión automática de que es mejor opción. Pero esta suposición, si no se comprueba, puede acabar costando más de lo previsto.
Estrategias visuales que inducen al error
Estas tácticas comerciales están diseñadas para apelar a nuestros hábitos de compra más automáticos. El formato “grande” o “doble” activa mentalmente la idea de que el precio por unidad será más bajo, cuando no siempre es así. Además, los envases más voluminosos dan la sensación de mayor valor, aunque no siempre contienen más cantidad efectiva o el ahorro prometido.
A menudo, los productos en formatos más grandes están colocados en zonas visibles del supermercado, como los extremos de los pasillos o en las cabeceras de góndola, mientras que los formatos pequeños quedan relegados a los estantes más bajos o más altos, fuera del campo de visión habitual. Esta distribución influye en nuestra decisión sin que seamos del todo conscientes.
Compras impulsivas y desinformadas
La prisa y la falta de planificación juegan en contra del consumidor. Hacer la compra sin una lista clara, dejándose llevar por las promociones del momento o por el impulso visual, abre la puerta a caer en estas trampas. En lugar de analizar si el pack realmente ofrece un mejor precio, muchas veces nos dejamos llevar por la estética del producto o por la suposición de que “más grande es mejor”.
Además, no siempre prestamos atención al hecho de que, en muchos casos, al comprar un pack múltiple, estamos comprando más cantidad de la que realmente necesitamos. Esto puede llevar al desperdicio de producto, especialmente en el caso de alimentos perecederos, o a un gasto innecesario a largo plazo.
Cómo comprar de forma más eficiente
Para evitar caer en estas estrategias, la mejor herramienta es la información. Detenerse unos segundos a comprobar el precio por kilo o litro puede marcar una gran diferencia en el gasto total. También es útil tener una lista de la compra preparada con antelación, centrada en lo que realmente se necesita, y evitar las decisiones improvisadas que suelen favorecer las compras menos ventajosas.
Otro buen hábito es revisar el contenido neto de los productos. Algunos envases grandes, por ejemplo, incluyen más cantidad de aire o envoltorios innecesarios, lo que contribuye a esa ilusión de volumen sin corresponderse con un aumento proporcional de producto.
Un ahorro real está en los detalles
En definitiva, comprar de forma más inteligente no requiere grandes esfuerzos, pero sí un poco más de atención. No se trata de rechazar todos los packs o formatos familiares, sino de comprobar si realmente están ofreciendo un ahorro. Con frecuencia, al hacer el cálculo del precio por unidad de medida, se descubre que la opción más rentable no es la más grande ni la que tiene la palabra “ahorro” en el envase.
Con un poco de planificación, observación y comparación, es posible sortear las trampas visuales y comerciales que nos encontramos a diario en los supermercados. Así, en lugar de dejarnos llevar por el impulso o la apariencia, podremos tomar decisiones más racionales que beneficien tanto a nuestro bolsillo como a nuestro consumo responsable.