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La Seu Vella de Lleida: Románico tardío, pero románico
El emblemático templo leridano, construido entre 1203 y 1278, mantiene su esencia románica incorporando innovadoras soluciones góticas

Románico tardío, pero románico - JRG. AMICS SEU VELLA
La catedral vieja de Lleida sigue siendo considerada por muchos como una obra de transición del románico al gótico, con todo lo que implica la palabra tránsito, es decir, no estar ni en un estilo ni en otro, lo cual, en una primera impresión, ya resta valor a la obra realizada a lo largo del siglo XIII por aquella sociedad entusiasta que se propuso construir un edificio de referencia para una ciudad destinada a tener un protagonismo trascendental en la historia medieval del país.
El arquitecto Pere de Coma, en quien el cabildo confió la elaboración y ejecución del proyecto de la flamante sede catedralicia, la concibió desde el primer momento como un templo dentro de los cánones del románico. Con ello, nuestro genial maestro de obras se mantuvo esencialmente fiel al estilo que había imperado en el territorio durante los siglos XI y XII. Sin embargo, no permaneció ajeno a algunas soluciones que aportaba el gótico, aparecido en Francia sesenta años antes. La luminosidad que poseen los templos parisinos de Saint Denis o Notre Dame también se consigue en Lleida gracias a las tres grandes rosetones. La elegante robustez de los pilares se compensa con las esbeltas nervaduras de las bóvedas, pero los muros, los capiteles, las ventanas y el ábside son plenamente románicos.
El mérito del arquitecto radica en que no improvisa la adaptación de su obra a las nuevas corrientes —lo cual habría supuesto una auténtica transición—, sino que desde el primer momento concibe un templo básicamente románico, pero en el que introduce soluciones góticas. Esto es el románico tardío, del cual la Seu de Lleida se convertirá en paradigma, sobre todo con sus singulares portadas, manteniendo el gusto por el viejo estilo medieval durante todo el siglo XIII y el primer tercio del siglo XIV, mientras se construían las bellas catedrales góticas de León (1205), Burgos (1221), Toledo (1227), Barcelona (1298), Girona (1312) y Tortosa (1347).
La de Tarragona es probablemente la más parecida a la de Lleida, aunque, a pesar de haberse comenzado unos años antes, fue finalizada un poco después, ya en pleno estilo gótico. La construcción de la Seu de Lleida en solo 75 años, de 1203 a 1278, le otorga una gran unidad arquitectónica, solo interrumpida por el gran cimborrio, que, aunque es lo más gótico del templo, muestra un respeto por la fuerza de aquel románico que la catedral de Lleida fue capaz de mantener vivo durante más de un siglo.