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AGRICULTURA

Linyola registra la mayor producción de manzanilla en 20 años y ronda los 100 kilos

La recolección se ha prolongado hasta seis semanas tras una primavera excepcionalmente lluviosa. Tras crear productos como el jabón o el licor de camomila, el Parc de les Olors apuesta ahora por el pan

Alex Mases durante la recolección con rastrillo o ‘peine’ esta semana en una de las parcelas más productivas de Linyola. - JOAN GÓMEZ

Alex Mases durante la recolección con rastrillo o ‘peine’ esta semana en una de las parcelas más productivas de Linyola. - JOAN GÓMEZ

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La primavera, excepcionalmente lluviosa, ha regalado a Linyola una de las mejores floraciones de manzanilla de los últimos veinte años. La producción ha sido especialmente generosa, con una cosecha que se acerca a los 100 kilos y que consolida a este municipio del Pla d’Urgell como uno de los principales productores de manzanilla de Catalunya.

Según Àlex Mases Xifré, divulgador y coordinador del Parc de les Olors de Linyola, la combinación de un clima más equilibrado y la recuperación de los ritmos naturales de floración han hecho posible una temporada extraordinaria. “Este año hemos vuelto a ver florecer la camomila como hace dos décadas. Las lluvias y las temperaturas suaves han permitido una recolección larga, de más de mes y medio, con una calidad excepcional”, afirma Masses.

Uno de los hechos más destacados ha sido la aparición espontánea de manzanilla en zonas donde hacía décadas que no crecía, como los antiguos prados de Vallfogona y Térmens, muchos de ellos ligados a las plantaciones impulsadas por agricultores alemanes en los años 60.

Esta manzanilla autóctona, considerada una de las mejores del mundo, vuelve a ganar terreno gracias a los esfuerzos de conservación y cultivo sostenible liderados por el Parc de les Olors. El buen momento de la manzanilla de Linyola también ha dado impulso a nuevas iniciativas de transformación y producto local. Tras el éxito de los jabones, licores, quesos e incluso cerveza con manzanilla, este año se prepara una novedad destacada: un pan de manzanilla y lino, doblemente digestivo y lleno de simbolismo. “El lino forma parte del origen de Linyola, tanto por el nombre como por el escudo heráldico del pueblo, que muestra una gavilla de esta planta”, explica Mases. “Queremos unir las propiedades digestivas de la manzanilla con las del lino, recuperando también el valor medicinal e histórico de ambas plantas, tal y como se decía antiguamente: la camamilla de Linyola cura tota sola. Además, se siguen explorando usos gastronómicos innovadores como el caviar de manzanilla, una selección de flores frescas para platos dulces y salados y se trabaja en nuevos jabones artesanos con aceite de oliva de primera calidad.

La memoria histórica de la manzanilla en Linyola sigue viva a través de vecinos como Ramon Camí, que recuerda como, de pequeño, salía del colegio para recoger manzanilla y venderla durante la Festa Major: “Con siete u ocho años, me pude pagar el vestido de comunión con lo que gané”, recuerda. “Nos daban 25 pesetas el kilo y podíamos ahorrar o gastarlos en los caballitos de la feria”.

En los años 60, se calcula que se recogían hasta 10.000 kilos anuales de manzanilla en el municipio, buena parte de los cuales se vendían a herboristerías de todo el Estado, según explica Mases.

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