Arpones para truchas, agujas de coser y colgantes de ciervo
Los nómadas pirenaicos usaron 5.000 años la Cova del Parco como parada temporal. Fabricaban herramientas y objetos simbólicos

Fragmento de una azagalla, un dardo para cazar venados, hallado esta semana en Alòs. - UB
“Se trata de áreas de captación económica directa de varias decenas de kilómetros alrededor del yacimiento y una red de intercambios socioeconómicos que se extendería por todo el área pirenaica y la cuenca del Ebro”, señala uno de los artículos científicos publicados sobre la Cova del Parco de Alos de Balaguer en la revista científica Geoarchaeology, con la doctora Marta Sánchez entre sus firmantes.
Ese trabajo reseña el hallazgo de hasta 60 fuegos de hogar en los 40 m2 que han sido excavados (quedan otros tantos), algo que apunta a ocupaciones frecuentes y que se prolongaron durante alrededor de cinco milenios. De hecho, la datación de los restos de la lumbre se concentra en un periodo que va entre hace 11.000 y 16.400 años, más otro esporádico de algo más de 6.000.
Los pobladores de la primera etapa, que no serían los primeros leridanos ya que en la Cova Gran de Santa Linya hay indicios de presencia humana de más de 40.000 años, utilizaban la Cova del Parco como punto de estancia durante una parte del año, más estable cuanto más atrás, y entre sus desplazamientos. “No estaban aquí todo el año, tenían varias paradas”, apunta Sánchez.
Allí desarrollaban “actividades productivas, sociales y culturales”. Los hallazgos en el yacimiento revelan una gran complejidad” y también una elevada “variedad de actividades” vista la “diversidad tipológica y funcional de las herramientas líticas y la industria en tejidos animales duros, que muestran la fabricación y reparación de herramientas líticas y óseas, así como el trabajo de pieles en las diversas fases de su cadena operativa”, señala el estudio.
Esos restos dan pistas sobre su día a día: las azagallas (dardos) de cuerno de ciervo apuntan a su presencia en la dieta, como las espinas y los trozos de arpón señalan a la de la trucha, las rudimentarias agujas de coser indican el trabajo de las pieles, y los abalorios de conchas y los colgantes elaborados con los falsos caninos de cérvidos afloran usos culturales y decorativos. “Eso habla de simbología. Eran homo sapiens, y es posible”, anota Sánchez.