Mont-rebei aumenta un 30% los visitantes y consolida a un modelo turístico sostenible
Más de treinta itinerarios verticales transforman el paisaje de aventura leridano. El flujo de visitantes en el desfiladero Mont-rebei se estabiliza tras la pandemia

Turistas bañándose en el desfiladero de Mont-rebei en los dientes de Finestres, en la cola del pantano de Canelles.
El turismo activo y de naturaleza está viviendo un momento clave en la demarcación de Lleida, donde el crecimiento imparable de las vías ferratas y las visitas al desfiladero de Mont-rebei entre Catalunya y Aragón ayudan ha dinamizar el territorio. Ambos representan un ejemplo de cómo el turismo de aventura puede convivir con la conservación del entorno y generar nuevas oportunidades económicas.
Lleida se ha convertido en un referente estatal para los aficionados a las vías ferratas, con más de una treintena de itinerarios repartidos entre el Pirineo y el Prepirineo. Esta red de recorridos verticales, que permiten ascender paredes equipadas con grapas, puentes y tirolinas, ha crecido de forma significativa gracias a la implicación de los ayuntamientos, que han visto en estas infraestructuras una herramienta eficaz para atraer visitantes y diversificar la economía. Su impacto va más allá del deporte. Atraen visitantes que pernoctan en hoteles, comen en restaurantes y contratan servicios de turismo activo. Solo en el último año se han incorporado tres nuevas rutas en Aran, Llimiana y La Pobla de Segur.
Paralelamente, el congosto de Mont-rebei, uno de los espacios naturales más emblemáticos de Lleida, ha logrado estabilizar el número de visitantes tras años de masificación. En los seis primeros meses del año, el centro de información de La Masieta, en Sant Esteve de la Sarga ha registrado un aumento del 30% en el número de visitantes respecto al mismo periodo del año anterior. Este crecimiento se considera positivo, ya que, tras el colapso pospandemia se ha conseguido mantener un flujo constante de visitantes sin sobrepasar la capacidad de carga del entorno. Aseguran que este equilibrio entre promoción turística y preservación del paisaje ha sido clave para evitar que enclaves como Mont-rebei, “mueran de éxito”.