Gemma Feliu, gerente de Europiscina: «El agua ya no se tira, ahora se cuida»

«El agua ya no se tira, ahora se cuida» - AZU MARTÍNEZ
“Hoy día la prioridad es conservar el agua durante el máximo de tiempo posible. Su vida útil puede ser de entre cinco y ocho años”, explica Gemma Feliu, gerente de la empresa de construcción de piscinas Europiscinas. El cambio en el acceso al agua impulsó una nueva conciencia en su uso “Hace veinte años se llenaban muchas piscinas con agua del canal y se vaciaban sin objeciones; hoy, pagar por el agua ha cambiado las reglas del juego”, destaca. Con los años, la normativa, la factura y la conciencia ambiental han cambiado el sector. El coste de una piscina doméstica parte de unos 15.000 euros, si es de poliéster, y puede llegar a 20.000 o más si se trata de una piscina de obra. En eso hay que sumar permisos, proyecto técnico y gestión de residuos. “Hace treinta años se construían grandes y profundas, ahora las quieren más pequeñas para ahorrar agua”, dice. El boom llegó después de la pandemia. Primero optaron por piscinas más económicas y más rápidas de instalar, y después se lanzaron a las de obra. Hoy, la demanda sigue viva, pero ajustada a los bolsillos”, informa.
En cuanto al mantenimiento, hay una apuesta clara por la eficiencia. “La cloración salina permite la automatización de las tareas diarias, controla el cloro y el pH. Existen también bombas de bajo consumo que permiten hasta un ahorro del 80% con respecto a una convencional”, detalla. La conectividad en las piscinas enlaza con el bienestar “Hay app que, desde el sofá de casa, te permiten apagar los focos, arrancar las bombas y saber si la piscina está limpia o le falta cloro. El futuro pasa por aquí”, subraya.