URBANISMO
A la venta solares del Grup Sant Isidori de Mollerussa, ya demolido
Entidades bancarias publicitan parcelas en sus portales tres años después de acabar el derribo. El ayuntamiento lo incluye en futuro suelo residencial

El solar donde se encontraba el grupo acumula ahora matojos y suciedad. - SEGRE
El solar del desaparecido Grup Sant Isidori de Mollerussa, que durante décadas albergó cuatro bloques de viviendas construidos en los años cincuenta, sigue siendo un espacio de futuro incierto. Parte de sus parcelas han aparecido en portales inmobiliarios como Idealista, donde se anuncian desde pequeños terrenos de 10 a 44 metros cuadrados por entre 12.000 y 15.000 euros, hasta una parcela de 97 metros cuadrados rebajada a 16.000 euros o incluso otra de 23 metros cuadrados ofertada por 29.000 euros. Muchos de estos solares son propiedad de entidades bancarias, que se quedaron con ellos tras ejecuciones hipotecarias, y ahora los ponen en circulación. Pese a que pueda sorprender ver en venta parcelas donde hace apenas unos años había viviendas, la operación es plenamente legal: tras la demolición, el suelo sigue registrado a nombre de sus titulares, que conservan el derecho a disponer de él como cualquier otro bien inmueble.
El ayuntamiento de Mollerussa, por su parte, ha remitido a petición de la Generalitat un inventario con todas las opciones de suelo urbano disponibles en la ciudad, tanto de titularidad pública como privada, con el objetivo de que se valoren en futuros proyectos residenciales. Entre esas opciones figura el Grup Sant Isidori. Así, cualquier iniciativa de vivienda pública dependerá de que la administración autonómica alcance acuerdos económicos o articule mecanismos de compensación que permitan dar un uso social al solar.
El estado actual de este solar es el resultado de un largo proceso de degradación. Los cuatro bloques de Sant Isidori, levantados en los años 50 como viviendas para familias obreras, fueron deteriorándose de forma progresiva hasta convertirse en un foco de problemas de habitabilidad y seguridad. En noviembre de 2018 se declaró en ruina el Bloque A, seguido en junio de 2019 por el C, y finalmente, en octubre de 2020, por los bloques B y D. Algunos de sus propietarios se mostraron disconformes, asegurando que sus viviendas estaban en buenas condiciones.
El consistorio de la capital del Pla d’Urgell, con apoyo de la Agència de l’Habitatge y del Incasòl, impulsó la demolición entre 2020 y 2022, una operación que supuso más de 400.000 euros de inversión pública y que liberó un perímetro de más de 400 metros cuadrados. Sin embargo, la compleja división de la propiedad en decenas de manos privadas impidió que el terreno resultante quedara unificado o destinado de forma inmediata a un nuevo uso colectivo.
Mientras, los vecinos afectados siguen cargando con las consecuencias de la desaparición del grupo: continúan pagando el IBI de unas parcelas sin edificación y, en algunos casos, todavía arrastran deudas hipotecarias vinculadas a pisos que ya no existen. La degradación también se refleja en el estado actual de los terrenos, que acumulan malas hierbas, y hay temor a que se convierta en vertadero. Por ahora, la única certeza es que Sant Isidori sigue siendo un espacio en disputa, entre la memoria de lo que fue y la incertidumbre de lo que pueda llegar a ser.