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Cuando Fraga fue francesa: Napoleón incluyó la ciudad en la provincia imperial de Bouches-de-l’Ebre

También se anexionó dos años Torrent, Mequinensa, Faió, Nonasp y Favara

Mapa de la época que recoge la distribución administrativa napoleónica.

Mapa de la época que recoge la distribución administrativa napoleónica.

Lleida

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Fraga formó parte de Catalunya dos años, y también de Francia, anque solo de uire y no de facto, porque Napoleón la incorporó a la provincia de Les Bouches-de-l’Ebre (las Bocas del Ebro)”, recuerda Quim Gibert, escritor y docente de la capital del Baix Cinca que rememora este episodio histórico tan documentado como escasamente difundido.

Fraga no fue el único municipio de la Franja que pasó a formar parte del Primer Imperio Francés, ya que la anexión, más administrativa que práctica, afectó también a otras dos localidades bajocinqueñas como Mequinensa y Torrent y a tres más del Bajo Aragón como Favara, Faió y Nonasp.

La demarcación, que incluía ciudades como Tarragona, Tortosa, Cervera y Reus, tenía la capital en Lleida y fue la de mayor extensión de las cuatro en las que el imperio napoleónico dividió lo que hoy es el territorio de Catalunya y de parte de la Franja. Su primer prefecto fue Jean Paul Alban de Villeneuve-Bargemont, un médico y erudito autor de varios tratados sobre política y economía que le sitúan como uno de los precursores de la corriente socialcristiana.

Els canvis de dependència administrativa de Fraga han estat freqüents des de l’edat mitjana.

Els canvis de dependència administrativa de Fraga han estat freqüents des de l’edat mitjana.

Las otras tres eran el Segre, que incluía grosso modo las actuales veguerias del Alt Pirineu i Aran y de la Catalunya Central y que tenía su capital en Puigcerdà, y Montserrat y Ter, que vendrían a corresponderse con las provincias de Barcelona y de Girona y cuyas respectivas cabeceras ya eran las actuales.

Esas unidades administrativas, que incluían a su vez una subdivisión en 31 cantones que en el caso de la zona occidental tenían sus sedes en Cervera, Tortosa y Tarragona, se mantuvieron vigentes entre el 26 de enero de 1812 y el 10 de marzo de 1814, cuando las tropas francesas ya estaban abandonando la península ibérica al finalizar la Guerra de la Independencia y después de prácticamente siete años de ocupación en los que se fueron dando distintas situaciones institucionales.

A mediados de ese largo periodo, el 7 de marzo de 1813, tuvieron una reestructuración en la que Les Bouches-de-l’Ebre fue agrupada con Montserrat y Lleida perdió la capitalidad, mientras que Segre y Ter pasaron a ser una única provincia con la ciudad de Girona como cabecera. No obstante, el decreto que establecía esa reordenación territorial nunca llegó a ser publicado en el Bulletin des Lois, el boletín oficial del Estado francés, con lo que su vigencia es puesta en duda por algunos historiadores.

“Durante esos dos años, el catalán se mantuvo como la lengua oficial junto con el francés en toda la zona. Francia incorporó esas poblaciones a Catalunya y a Catalunya a Francia”, señala Gibert, quien plantea que en aquella época “Catalunya era una especie de Bélgica del Sur” dentro del imperio napoleónico.

El de Les Bouches-de-l’Ebre es uno más de los traslados de Fraga en sus trece siglos de historia: la ciudad, que pasó del reino Almorávide al de Aragón en 1149 para formar parte del territorio de Lleida y quedar integrada como baronía en los dominios de la familia Moncada, pasó siglos cambiando de pertenencia en el reino y la Corona de Aragón, y antes entre las taifas de Larida y Saracusta, en función de qué límites marcaba el curso del Cinca.

Y no sería el último movimiento: en 1833 dejó de estar adscrita a Zaragoza para integrarse en la provincia de Huesca. Y de octubre de 1936 a agosto de 1937 formó parte (y fue su primera capital) del Consejo de Aragón, el primer gobierno insurgente de la historia tras el ensayo de la Makhnovia en Ucrania de 1919 a 1922.

Fraga apoyó la maniobra de Palafox para crear un Estado satélite galo

La representación de Fraga fue una de las que, en junio de 1808 y junto a las de Borja, Calatayud, Ejea, Jaca, Teruel y Zaragoza, apoyó en las renacidas Cortes de Aragón la maniobra del general José Palafox para hacerse con el poder absoluto en los territorios del antiguo reino, un episodio poco conocido de la historia del país y que hace ya unos años documentó el historiador de la Universidad de Zaragoza Antonio Peiró. 

Los trabajos del investigador, basados en la correspondencia personal del militar con personas cercanas, permiten llegar a la conclusión de que Palafox, que había viajado a Francia con Fernando VII en vísperas de las Capitulaciones de Bayona, pasó los primeros años de la Guerra de la Independencia jugando a dos barajas, una de supuesta alineación con los borbones en la que aseguraba que tenía el mandato de levantar en armas Aragón contra los franceses y otra en la que el objetivo era situar a ese país como un satélite del imperio napoleónico. La primera fase del plan era coincidente: hacerse con el poder político y militar sobre Aragón, algo que comenzó a fraguarse en la sesión de las Cortes del 9 de junio de ese año.

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