SEGRE

Clua dice adiós a su queso artesanal tras nueve años

Había alcanzado una producción de 15 toneladas de lácteo de calidad

Imagen de archivo de la granja con algunas de la cabras propiedad de la Formatgeria.

Imagen de archivo de la granja con algunas de la cabras propiedad de la Formatgeria.

Esmeralda Farnell

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Nueve años de esfuerzo, ilusión y aroma a queso artesanal llegan a su fin en Clua, núcleo de Artesa de Segre. La Formatgeria de Clua, una pequeña explotación familiar, que se había ganado un lugar destacado en el panorama quesero catalán, cierra sus puertas. Lo hace, según su titular, Amaia Gómez, por motivos que escapan a su control: la venta obligada del rebaño de 280 cabras y la pérdida de la granja. “Teníamos que dejar la granja y nos vimos obligados a vender las cabras. Sin cabras, la base de la quesería desaparece. No hay queso posible”, explicó Gómez.

El cierre, además, se ha visto complicado por alguna dificultad de convivencia en el pueblo, que ha cuestionado la continuidad del proyecto. Aún así, la quesería deja un legado tangible: los últimos quesos producidos en septiembre estarán a la venta hasta diciembre, incluyendo 300 piezas del queso cendrat, otras 200 del queso suave y varios quesos más grandes que resumían la pasión de años de trabajo artesanal y que serán vendidos en ferias especializadas como la Slow Food de Barcelona o la de Sant Ermengol de La Seu d’Urgell. Durante su trayectoría, la Formategeria de Clua ha producido 15 toneladas de queso al año, logrando distinciones por toda Catalunya y el Estado gracias a su calidad y al cuidado de cada detalle en el proceso.

Por su parte, el alcalde de Artesa de Segre, Francesc Puigpinós, lamentó el cierre de la quesería. “Es doloroso ver cómo negocios pequeños y artesanales, impulsados por jóvenes que apostaron por este territorio, tienen que echar el dierre. La Formatgeria de Clua era mucho más que queso: era dedicación, cariño y un vínculo con la tierra”. Resaltó también el trabajo artesanal de los propietarios, Amaia y su compañero, Pau.

Con la venta de las cabras a ganaderos del Pirineo y a queserías del Pallars, se cierra un capítulo con huella en Clua.

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