Conflicto local por la Llar del Jubilat
El traslado de la peña barcelonista de Puigverd al local de los jubilados, propiedad del obispado, desata tensiones. Hay contraprogramaciones, cambios de actividades y quejas vecinales

Los nuevos inquilinos gestionan un pequeño bar.
“Las mejores casas son las que tienen algo que decir de la gente que vive en ellas”, sostenía, en uno de sus eslóganes más conocidos, el interiorista británico David Hicks. Si pudiera hablar el edificio número 10 de la plaza Major de Puigverd de Lleida, heredado por el obispado de Lleida hace unos años y que desde hace unas semanas comparten la Llar de Jubilats y la peña barcelonista locales, no es descartable que alguien pudiera pensar que el margen de mejora es amplio, incluso muy amplio.
El traslado de la peña ha generado tensiones en el vecindario, básicamente en el colectivo de los mayores: un grupo de señoras inició hace unas semanas una recogida de firmas tras ver cómo se les impedía celebrar una partida de bingo al coincidir esta con un partido del Barça y, también recientemente, la coincidencia temporal de un encuentro futbolero y de una sesión de cine acabó decantándose a favor de los aficionados culés. Y la cadena de tensiones en torno a esa convivencia ya ha dado lugar a algún enfrentamiento personal, explican algunos vecinos.
“Siempre hay gente a la que no le va a parecer bien lo que hagas”, señala la alcaldesa, Úrsula Barrufet, que trata de quitarle hierro a la situación. “Lo hemos puesto en orden. Los ayuntamientos hemos de buscar locales polivalentes, porque no podemos disponer de uno para cada asociación. Muchos miembros de la Llar del Jubilat lo son también de la peña”, anota.
“El local tiene más uso ahora, va más gente”, añade la edil, que asegura que “hemos repartido el local con acuerdo. Si hubiéramos visto que iba de otra manera no lo habríamos hecho”.
La historia tiene otro actor principal de carácter institucional: el obispado de Lleida, dueño del local a través de la Fundación Pía Autónoma Fibla Massot, que gestiona el legado de una vecina fallecida cuyo testamento incluía algunas condiciones para el uso del edificio: debía dedicarse a actividades de ocio de carácter “sedentario”, a acoger reuniones y a servir de sede para la entidad que reuniera al colectivo de la tercera edad, y en su interior no pueden desarrollarse actividades ruidosas ni bailes, y tampoco despachar alimentos.
El incumplimiento de esas condiciones es causa de resolución del contrato de alquiler, de 600 euros mensuales, que el consistorio paga al obispado.
Sin embargo, la diócesis ha dado su bendición a la mudanza de la peña, que por otra parte pasa a ahorrarse el arriendo del local que ocupaba antes y el coste de los suministros de electricidad y agua, ya que su entrada en la Llar ha sido gratuita.
“Desde el punto de vista del obispado no hay conflicto. Hay un acuerdo, se han puesto unas condiciones y las partes se han comprometido a respetarlas”, explicaron fuentes diocesanas. “Si en algún momento existiera problema de convivencia con la peña, o merma de uso para la asociación de jubilados”, el ayuntamiento “deberá impedir el uso a la misma”, señala una de esas cláusulas.
Algunos jubilados consideran que esa merma es patente en aspectos como el uso de la pantalla de la Llar por la peña. Otros sostienen que no. El día 23 hay convocada una asamblea para “ratificar la nueva junta” que se prevé tensa.