El abuso inmobiliario arraiga en Binéfar con el ‘boom’ demográfico
Los Servicios Sociales detectan varios casos de alquiler de casas a familias inmigrantes por falsos propietarios. Logran apoyo de la Inspección de Trabajo para escolarizar a los menores

Los Servicios Sociales de la Llitera disponen de esta sede en Tamarit y otra en Binéfar. - E.B.D.
Los abusos y las estafas de carácter inmobiliario sobre la población de origen migrante empiezan a menudear en Binéfar, donde los Servicios Sociales de la Comarca de la Llitera han detectado varios episodios en los que falsos propietarios han llegado a alquilar viviendas a grupos de convivencia de ese perfil.
Uno de esos episodios generó un malentendido de dimensiones colosales en la localidad hace unas semanas al circular por las redes sociales un bulo que señalaba a la familia estafada como okupa de la vivienda cuando en realidad se trataba de víctimas de la conducta fraudulenta de un desaprensivo: les había sacado dinero por el arriendo de una casa que no era de su propiedad.
Ese abuso inmobiliario tuvo un efecto secundario complejo: al no habitar la casa en condiciones de pleno derecho pese a tratarse de lo que en derecho se denomina como terceros de buena fe, la familia no podía empadronarse en esa vivienda, y eso impedía al mismo tiempo que los niños que formaban parte de la familia pudieran ser escolarizados.
Finalmente, los Servicios Sociales de la Comarca de la Llitera lograron que la Inspección de Educación de la provincia de Huesca allanara los trámites para que los menores pudieran acceder a uno de los tres centros de enseñanza de la localidad.
Esa situación de imposibilidad de empadronamiento, y como consecuencia de ella la de no escolarización, se ha dado en cinco ocasiones en lo que va de año en Binéfar, ya fuera por abusos inmobiliarios como el sufrido por esta familia o por vivir en habitaciones de alquiler en viviendas cuyo propietario les impedía citar oficialmente como lugar de residencia. En todos los casos la Inspección allanó la escolarizacion de los menores.
“El objetivo es ayudar a personas que se encuentran en situaciones de necesidad”, señala Berta Guillén, directora del Centro de Servicios Sociales de la Llitera, quien señala el ámbito de la vivienda como uno de los más problemáticos en la capital comarcal.
La memoria de los Servicios Sociales del año pasado da fe de ello: dos tercios de las ayudas de emergencia, 45 de 75, fueron para pagar alquileres (25) o gastos de luz y calefacción (12), para acondicionar casas (4) y para alojamientos temporales de urgencia (4).
De fondo hay dos factores fundamentales y que evolucionan en paralelo: el crecimento de la actividad en la zona con varias implantaciones industriales y el aumento de la población proletarizada, a menudo migrante.
Los datos del Instituto Aragonés de Estadística ofrecen pocas dudas sobre quién sostiene ese crecimiento. Los vecinos autóctonos de Binéfar son apenas un tercio del total (3.643 de 10.082) y su leve aumento (+25 en tres años, +0,7%) no existiría sin los migrantes de segunda generación. Y los aragoneses nativos (2.282) menguan (-127 en el trienio) como los del resto del Estado (1.516, -77) mientras los de origen extranjero (2.641) se consolidan como el segundo grupo; son 420 más que hace tres años, un 19,8% más.