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Setenta años de la iglesia única del Pont de Suert

El historiador Ignasi López reivindica el valor arquitectónico y social la Assumpció en una conferencia. Consagrada en 1955 y declarada Bien Cultural de Interés Nacional en 2024

El público que siguió las explicaciones sobre el templo. - I.L.T.

El público que siguió las explicaciones sobre el templo. - I.L.T.

Marc Codinas
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El Pont de Suert ha celebrado recientemente el 70 aniversario de la consagración de la iglesia Nova de l’Assumpció con una conferencia y una visita interpretativa a cargo del historiador y arquitecto Ignasi López Trueba. Sirvió para poner en valor uno de los templos más singulares del modernismo catalán de la posguerra y uno de los escasos ejemplos en Catalunya de la arquitectura moderna europea de mediados del siglo XX.

Construida entre 1953 y 1955, la iglesia está íntimamente ligada a la transformación urbana y social que vivió la Alta Ribagorça con la llegada de Enher, la empresa hidroeléctrica que supuso un auténtico revulsivo demográfico. En 1946, El Pont contaba con apenas 467 habitantes, y tres años después superaba los 1.800. “Fue un impacto sin precedentes. Ni la empresa ni el municipio estaban preparados para la llegada masiva de trabajadores, y el déficit de vivienda derivó incluso en situaciones de chabolismo”, explicó López.

El nuevo barrio construido para acoger a los empleados de Enher nació con vocación propia, con tiendas, cine y servicios, y se proyectó también una iglesia separada. Sin embargo, el entonces párroco, mossèn Valero, insistió en levantar un solo templo que uniera a las dos comunidades, la nativa y la recién llegada. Así nació la Nova de l’Assumpció, consagrada el 7 de septiembre de 1955.

El edificio fue diseñado inicialmente por el arquitecto José Rodríguez Mijares, pero su planteamiento conservador cedió paso a la visión innovadora del ingeniero Eduardo Torroja Miret, presidente de Enher y pionero del uso del hormigón laminado.

Torroja, en colaboración con el escultor Jacinto Higueras y la pintora Maria Roësset, concibió un espacio de fuerte carga simbólica y grandes logros técnicos: una única nave con planta en espiral logarítmica —posible alusión a la resurrección— iluminada por cruces formadas en la intersección de los lóbulos del techo.

El templo se construyó casi exclusivamente con dos materiales, ladrillo para las bóvedas y granito extraído de Barruera para el revestimiento exterior. Su fachada combina piedras de tonos locales, originalmente decorada con mosaicos de colores, fue un experimento técnico que el clima de la Alta Ribagorça no perdonó.

Declarada Bien Cultural de Interés Nacional en 2024, la iglesia ha sido objeto de diversas restauraciones para frenar las humedades y preservar su valor patrimonial. “Más allá del simbolismo religioso, la Nova de l’Assumpció es testimonio del optimismo tecnológico y social de una época”, subrayó López, recordando que Torroja también diseñó otros templos en la comarca, como la ermita de l’Ascensió de Xerallo y la capilla del Sant Esperit.

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