SEGRE

Cuatro décadas de ‘peste de agua’ en el embalse de La Torrassa

Esta planta invasora se ha naturalizado en el embalse de La Torrassa

La congelación del suelo y el descenso del nivel del agua facilitan el acceso al vaso de La Torrassa para trabajar en erradicar la planta.

La congelación del suelo y el descenso del nivel del agua facilitan el acceso al vaso de La Torrassa para trabajar en erradicar la planta.

Lleida

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Los trabajos de contención han frenado la expansión de la peste de agua, que es como se conoce a la planta invasora elodea canadensis, en el embalse de La Torrassa, en la cabecera del Noguera Pallaresa, donde, tras una permanencia de casi cuatro décadas, esta especie vegetal ha llegado a naturalizar su presencia.

La empresa pública Forestal Catalana ha activado la campaña anual de extracción de la planta, trabajos que desarrolla en los meses fríos por la menor dificultad para acceder al vaso del pantano que ofrecen el bajo nivel del embalse y la congelación del suelo.

“La presencia de esta especie en La Torrassa está documentada desde 1988, aunque su introducción en España se remonta a 1905”, explican fuentes de la Societat de Pescadors de La Guingueta d’Àneu, que anotan que las extracciones, que comenzaron en 2008, “han conseguido contener la expansión, pero no erradicarla”.

Los trabajos para contener la expansión de la planta han incluido, además del arranque de las plantas, una retirada de limos y el uso de aparatos flotantes emisores de ultrasonidos, efectivo con las algas unicelulares pero no tanto con plantas superiores. Y se estudia aplicar en el agua y en los sedimentos secuestradores de fósforo, que es el nutriente clave de la elodea.

¿A qué se debe esa dificultad para erradicar su presencia? Entre otros factores, a su sistema de reproducción por fragmentación, en el que los pedazos de distinto tamaño que se desprenden de las planta dan lugar a nuevos individuos. Lo combina con el depósito de semillas.

La elodea, que en La Torrassa arraiga a casi mil metros de altitud, es una planta ornamental originaria de las zonas templadas de norteamérica que se ha ido expandiendo por el abandono de ejemplares. Su presencia fue documentada por primera vez en Europa en 1834 y en 1905 en Catalunya.

Allí, como en los canales y acequias del Delta del Llobregat, el estanque de Plegamans y un riachuelo de Cerdanyola, su nivel de adaptación ha alcanzado la categoría de naturalización: se reproduce por sí misma, sin intervención humana.

La planta, de hojas translúcidas y que revela un buen estado ecológico del agua, se enraiza en el lecho del embalse, lo que dificulta su extracción. “No soporta la contaminacion, por lo que es un buen bioindicador de la calidad del agua”, señala el Atlas de las Plantas Alóctonas Invasoras del ministerio para la Transición Ecológica, que reseña cómo “puede vivir a profundidades considerables, estando su récord en el embalse de La Torrassa (...) a 14 metros de profundidad”.

El atlas expone los dos principales impactos ecológicos de la planta. “Debido a su rápido crecimiento y a su gran capacidad de colonización, compite con la vegetacion acuática local desplazándola y reduciendo la biodiversidad” y amenazando a “aquellas especies autóctonas más raras”, anota. En La Torrassa, esa competencia se da con el pino acuático (Hippuris vulgaris), el botón de oro (rannunculus) y la espiga de agua (Potamogeton), tres especies características del embalse pallarés. La peste de agua también entraña el riesgo de “reducir la diversidad faunística al desplazar las fuentes habituales de alimentación de muchos peces e invertebrados”, añade.

La elodea, el alga moco de roca (Dydimo) y el helecho de agua (Azolla filiculoides) son los tres principales vegetales invasores detectados en la cuenca del Ebro. Están en el Pallaresa, el Ribagorçana y el Segre.

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