SEGRE

AGUA

El exceso de nitrógeno deteriora las aguas de tres afluentes del Segre y dos del Pallaresa

Cinco de las diez masas de agua en las que la presión ganadera supera los cien kilos anuales por ha están en Lleida. El ‘mar subterráneo’ de Raimat presenta afectaciones más intensas que el eje del Segre

L’excés de nitrogen deteriora les aigües de tres afluents del Segre i dos de la Pallaresa

L’excés de nitrogen deteriora les aigües de tres afluents del Segre i dos de la Pallaresa

Lleida

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Lleida concentra cinco de los diez acuiferos de la cuenca del Ebro, de un total de 111, en las que se superan los cien kilos de nitrógeno por hectárea. Esos resultados, incluidos en la actualización de los documentos iniciales del cuarto PHE (Plan Hidrológico del Ebro), suponen que cinco de las doce grandes masas de agua subterránea de Lleida superan esa carga, en este caso con registros entre tres y seis veces superiores a la media de la demarcación hidrográfica, que es de 34 kilos.

El exceso de nitrógeno ya causa impactos negativos en cinco ríos de Lleida: tres afluentes de Segre como el Sió, el Corb y el Ondara y dos del Pallaresa como el Conques y el Abella.

Los 170 kilos anuales de nitrógeno por hectárea en los que la Generalitat sitúa la dosis admisible por los cultivos de regadío (125 en pastos) se superan ya de entrada en el acuífero Planes de Raimat-Monreal, conocido como el mar subterráneo del Segrià, cuya existencia se conoció hace unos meses. Los 186 kilos de esta masa de agua solo se ven superados por los 201 de Fontibre, en un área cántabra de intensa actividad de la ganadería bovina, y por los 227 de Belchite, un área con más de 45 millones de plazas de aves en la estepa zaragozana.

Tampoco anda lejos de ese límite el aluvial de Urgell, sobre el que discurren los ríos Corb, Sió y Ondara y que alcanza los 154. Los documentos de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) califican de “impacto comprobado” la influencia de estos ríos, que actúan como colectores de los riegos de la margen izquierda del Segre, en el estado de ese acuífero y en el de Calcàries de Tàrrega, que registra una presión de 90 kilos.

Las otras masas de agua subterránea que superan en Lleida la presión del centenar de kilos de nitrógeno por hectárea son los aluviales del Mig Segre (119) y el Baix Segre (129) y el del Alt Urgell (121). Tanto sobre el primero como sobre el tercero de estos últimos se asienta una cabaña ganadera limitada, con 24.343 cerdos y 5.529 terneros, respectivamente, como grupos más destacados.

A partir de ahí, la casuística es variada, con niveles elevados como los 70 kilos del acuífero de la Cerdanya, los cinco del Cadí-Port del Comte, los 17 de Boix-Cardó o los 29 de las Serres Marginals Catalanes. La masa de agua de Tremp- Isona ofrece una situación peculiar. Sobre ella se desarrolla una actividad ganadera con casi 170.000 cerdos, cerca de 10.000 vacas y terneros, 50.000 ovejas y cabras y alrededor de medio millón de aves de granja. Su gran extensión reduce el impacto a 15 kilos por hectárea. Aunque, al mismo tiempo, la contaminación afecta a los ríos Conques y Abella.

Un acuífero situado bajo tierra declarado vulnerable

La totalidad de la nueva masa de agua subterránea Planes de Raimat-Monreal, de 81,62 km2 de extensión y que ha comenzado a existir de manera oficial con la aprobación de la primera fase de la documentación del PHE (Plan Hidrológico del Ebro), se sitúa de manera mayoritaria bajo tierras declaradas vulnerables a los nitratos por la elevada presencia de nitrógeno. La masa, conocida como el mar subterráneo del Segrià y que no cuenta con ninguna instalación para la recarga artificial ni tiene contactos laterales con otros acuíferos, tiene unos recursos disponibles de 8,8 hm3 anuales. Se sitúa en la cuenca de la Clamor Amarga, afluente del Cinca en su tramo final, y una zona con la explotación de 9.280 terneros y vacas, 105.423 cerdos y 303.240 pollos y gallinas, una cabaña que genera 1.517 toneladas de nitrógeno anual. A eso se le suma la actividad agrícola, que afecta a más de 80% de la superficie (68,23 km2), en la mayor parte (62,95 km2) con cultivos de regadío. 

Sobre el acuífero también se asientan cuatro vertederos de residuos que ocupan 21 hectáreas y cuatro plantas industriales. Cierran la lista de impactos un vertido urbano con la carga de 396 habitantes equivalentes y explotaciones mineras que suman 22,2 ha. La masa de agua subterránea, la mayor parte de cuya extensión se reparten Gimenells i el Pla de la Font (38,4%), Almacelles (35,8%), Alfarràs (16,9%) y Almenar (13,5%), se recarga con filtraciones de lluvia y retornos del riego y vierte a la Clamor Amarga. También afecta a Lleida, Alguaire, Alcarràs, Saidí y Albelda.

Tres canales de Lleida, obligados a vigilar el retorno de sus riegos

Tres sistemas de regadío de Lleida deberán elaborar planes para vigilar el impacto de la carga contaminante de sus retornos (la escorrentía del agua de riego) en los ríos y en los acuíferos, según recoge el ETI (Esquema de Temas Importantes) del nuevo PHE (Plan Hidrológico del Ebro), que la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) sacó a consulta pública el 28 de noviembre. Se trata del Algerri-Balaguer, el Aragón y Catalunya y el Urgell. Ese mismo documento incluye una lista de puntos negros fluviales por nitratos: el Segre en Balaguer y Lleida, el Ondara antes de Cervera, el Llobregós en Ponts y Mas de Culneral, el Sió en Balaguerb y el Conques en Gavet.

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