ANIMALES
Acusan al alcalde y al consistorio de Oliola de tolerar el maltrato animal
Decenas de denuncias por su presunta pasividad ante dos episodios de abandono en una finca del hermano del edil. Cisquella niega que los canes fueran maltratados

Un dels gossos a Oliola.
El segundo caso de presuntos malos tratos a perros en Oliola en apenas medio año ha activado una movilización ciudadana en la que decenas de particulares, tanto de la localidad como de otras cercanas, han presentado ante en ayuntamiento una batería de denuncias en la que le acusan de “maltrato por omisión”, explicaron fuentes del colectivo animalista.
Varias de estas entidades están preparando la documentación para llevar ante los tribunales tanto al consistorio, titular de las competencias sobre bienestar animal como todo municipio, como a su alcalde, Santiago Cisquella.
“El ayuntamiento está cerrado y no he podido ver si han llegado denuncias”, señaló Cisquella, que le resta magnitud a los presuntos episodios de maltrato animal.
El primero de ellos ocurrió a mediados de año en una finca de Plandogau propiedad del hermano del alcalde, que también reside en esa localidad. “El perro vivía en condiciones incompatibles con el bienestar animal”, señalan fuentes del colectivo animalista.
El Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil y los Agents Rurals obligaron al familiar del edil a sacar a un perro pastor alemán de la jaula metálica de un metro de anchura en la que estaba recluído, y también a instalarle un chip de identificación.
El animal, que sería bautizado con el nombre de Nino, pasó entonces a vivir encadenado en la misma finca y en condiciones mejorables.
La convocatoria de una caminata popular hasta la finca y el riesgo de que grupos animalistas denunciaran al responsable del perro por el estado en que se hallaba y también al ayuntamiento y al alcalde, en este caso por su presunta inacción, acabó con la cesión de Nino a una protectora de animales y a su adopción por una familia.
“De eso hace mucho tiempo. Era una jaula grande”, sostiene Cisquella. “Vinieron el Seprona y los Rurals, pero no hubo ninguna sanción. Mi hermano presentó todos los papeles del veterinario y no pasó nada”, anota el alcalde. “Cuando se cansó del perro se lo sacó de encima. Y dijo que nunca más, que no quería tener más problemas”, añade.
Las denuncias referentes al segundo perro, al parecer un ejemplar de la raza beagle, señalan que este llevaba diez días encerrado en una jaula como el anterior, ladrando y gimiendo de manera constante.
La alerta de este nuevo episodio la dieron algunos vecinos de la zona, a los que los lamentos del perro enjaulado les estaban causando molestias.
Cisquella niega la existencia de este segundo episodio: “Ahora no hay nada allí, no hay ningún perro”, explica.
Sin embargo, sí admite que durante unos días ha estado alojado en la parcela de su hermano un perro de caza que se había extraviado durante una batida desarrollada hace unos días en Cabanabona.
“Lo guardamos, pero solo durante dos días”, narra Cisquella, “hasta que vino a buscarlo su dueño, que era un cazador de Vilafranca del Penedès”, indica. “No hay más perros”, insiste.