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La década prodigiosa del Museu

A pesar de la jarra de agua fría judicial, el Museu de Lleida cumple diez años “consolidado” con 30.000 visitantes anuales

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Nadie había previsto una fiesta de aniversario como la que brindó la Audiencia de Huesca al Museu de Lleida. La sentencia llegó el mismo día en que se conmemoraban diez años de la inauguración de este equipamiento cultural. El director del museo, Josep Giralt, reconoció ayer que la efeméride había quedado diluida por la situación creada por el 155. “No sé si tenemos presidente del Consorcio y si lo tenemos, está en Madrid, muy lejos”. Y por si esta situación anómala fuera poco, la celebración coincide con “la preocupación” por la sentencia sobre el arte de Sigena y porque “no sabemos qué hará el ministro”. Pero a pesar del revés, el director del Museu de Lleida cree que no hay que dejar de reivindicar “el trabajo bien hecho” de estos diez años en los que la entidad, “que nació con la idea de convertirse en foco cultural para todo el país”, ha cumplido su objetivo. En estos diez años el museo ha recibido más de 300.000 visitas, un promedio de 30.000 anuales, lo que Giralt definió como “una buena cifra” y, además, puso en valor que el año pasado se consiguió el reconocimiento de “museo de interés nacional”, el primero que se otorga a uno de fuera de Barcelona. “Hemos situado el museo en el mapa”, dijo el director. “El próximo objetivo es colocarlo en el mapa mundial en los diez próximos años”. Giralt también destacó que la colección, integrada por unas 30.000 piezas en 2007, tiene ahora “más de 40.000” obras de arte gracias a donaciones. “El museo no ha dejado de crecer, también en calidad”. El Museu Diocesà, de 7.000 metros cuadrados, tiene un millar de obras de arte en la exposición permanente, por lo que las obras en litigio representan menos del 10% de estas. El equipamiento supuso una inversión de más de 13 millones de euros y logró unir al obispado de Lleida, la Diputación, la Paeria, la Generalitat y el consell comarcal del Segrià, después de casi veinte años de la firma del primer convenio. El resultado es un viaje en el tiempo de más de mil años a través de piezas arqueológicas como los mosaicos romanos del Romeral de Albesa o el baptisterio visigótico de Bovalar (Seròs). También hay un espacio dedicado a la Seu Vella, con algunas de las piezas salvadas del cierre de la antigua catedral por parte de Felipe V. El discurso expositivo nunca ha hecho distinciones según el origen de las obras y medio centenar de las obras en conflicto, como la arqueta de Buira o el frontal de Tresserra, comparten protagonismo con otras como la virgen gótica del IEI o la Marededéu de les Avellanes, dos de las incorporaciones más recientes del Museu de Lleida.

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