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ENTREVISTA RELIGIÓN

Pau Simarro: «Franco nos prohibió tener un cartel en el templo de Lleida hasta 1974»

Es protestante de quinta generación. El abogado leridano Pau Simarro ha sido presidente de la Unión Bautista, el equivalente evangélico de la Conferencia Episcopal Española. Pero no es obispo. “Somos una organización horizontal”, asegura. En 2019 cumplirán 70 años en Lleida.

«Franco nos prohibió tener un cartel en el templo de Lleida hasta 1974»

«Franco nos prohibió tener un cartel en el templo de Lleida hasta 1974»AMADO FORROLLA

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Cuando acaban de cerrarse los actos del 500 aniversario de la Reforma de Lutero los protestantes de Lleida se preparan para conmemorar los 70 años de la Iglesia Evangélica Bautista, que actualmente lidera la pastora de Binéfar Priscila Ibarz. Otro miembro destacado de esta comunidad es el abogado Pau Simarro, director de los servicios jurídicos del Consell Evangèlic de Catalunya. Presidió la Unión Bautista, el equivalente de la Conferencia Episcopal Española para los protestantes. Ahora lleva los asuntos jurídicos de esta federación estatal.

¿Es obispo?

No, no. Ni siquiera soy pastor. Lo fue mi padre, por eso vine a Lleida en 1971, porque a él lo destinaron aquí. La abogacía es muy importante para mí, pero también lo es el protestantismo. De hecho, siempre he tenido cargos de responsabilidad. He sido presidente de la Unión Bautista, que según la ley 24/92, podríamos definir como la Conferencia Episcopal de los evangélicos. En esta federación ahora soy el consejero de asuntos jurídicos para toda España. También lo soy del Consell Evangèlic de Catalunya. Pero nuestra organización es completamente horizontal, por eso no tenemos obispos. Somos asamblearios, como los cupaires, aunque nos separen otras cosas.

El año que viene, la iglesia evangélica Bautista cumplirá 70 años en Lleida.

En Lleida hay otras iglesias protestantes, aunque la Bautista, es la decana, la más antigua. Somos una comunidad formada por unos 150 miembros de pleno derecho. En 1949 se constituyó oficialmente, pero ya antes de la Guerra Civil se plantaron las primeras semillas del protestantismo en Lleida. El primer templo estaba en la calle Cavallers, en una casa particular. Tener la iglesia en una casa es algo muy protestante. Otro rasgo característico nuestro es la absoluta separación que hacemos entre el Estado y la Iglesia. Nunca aceptaríamos que el Estado a nos edificara un templo. Eso tenemos que hacerlo y pagarlo nosotros.

Los protestantes parecen saberse la Biblia de memoria.

No es algo mágico. Todas las iglesias protestantes tienen lo que denominamos la escuela del domingo, en la que estudiamos la Biblia desde que somos pequeños. En el siglo XVI, cuando se produce la ruptura, la misa se hacía en latín, que era una lengua que el pueblo no conocía. Por eso lo primero que hizo Lutero fue traducir la Biblia, para que los feligreses pudieran conocerla sin intermediarios.

¿Por qué se produjo la ruptura?

Para Lutero era una barbaridad que se vendieran parcelas en el cielo. La basílica de San Pedro era un proyecto faraónico que costaba mucho dinero y la iglesia católica se inventó lo que podríamos denominar un impuesto propio, las indulgencias. Donativos que servían para liberar almas del purgatorio. Lutero hizo notar que eso no estaba en la Biblia ni tenía ningún sentido, porque Dios mandó a su hijo a redimir a la humanidad gratuitamente. Es el pacto de la gracia, de ahí viene la palabra “gratis”.

Vivimos en un estado aconfesional, pero si el catolicismo hoy tiene mucho peso, ¿cómo era ser evangélico durante el franquismo?

Éramos una rara avis. Hoy en día yo no me siento nada acomplejado, pero si pienso en mi infancia y me traslado al Instituto Nacional de Enseñanza Media, lo que hoy es el Màrius Torres, la cosa cambia. La religión era una asignatura obligatoria y solo se impartía la católica. Igual que se impartía obligatoriamente Formación del Espíritu Nacional, que era política franquista. Había profesores que lo entendían y se mostraban muy abiertos, pero también había sacerdotes con sotana y sombrero de ala ancha que te ridiculizaban y te mandaban al pasillo. Ya se había publicado la ley de Libertad Religiosa de 1967, pero eso era muy relativo. Yo siempre digo que era una ley de tolerancia religiosa. Ni siquiera podíamos tener un rótulo en el templo.

¿Eso cuándo cambió?

No fue hasta 1974, cuando nos trasladamos a Alcalde Porqueres, 43, donde seguimos. ¡Nos sentíamos tan orgullosos del rótulo! En castellano, eso sí, que aún no se había muerto Franco. Ahora hay otras iglesias evangélicas, como la Ebenezer, que también está en Alcalde Porqueres; o la Pentecostal, en la zona del Parc de l’Aigua. Somos las tres más grandes. Grande significa que tenemos una comunidad de unas 150 personas, pero al contrario de lo que ocurre en los templos católicos, nosotros llenamos la iglesia cada domingo.

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