FÚTBOL
Dos clubes en plena transición
El Lleida más austero y en concurso debuta en Tercera RFEF con gran apoyo popular. El Mollerussa inicia su primer curso completo con Subies al frente

La plantilla del Lleida para la temporada 2025-26. - SANTI IGLESIAS
Lleida y Mollerussa volverán a enfrentarse nuevamente en la Liga, algo que no ocurría desde hace 35 años, concretamente desde la temporada 1989-90 cuando ambos coincidieron en la desaparecida Segunda B y tras haber descendido los dos de Segunda A. Será una temporada de transición para dos entidades históricas que buscan redefinir su futuro. Por un lado, el Club Futbol Joventut Mollerussa, que viene de mantener la categoría, iniciará el primer curso completo con Andreu Subies al frente del club, después de que llegase a mitad de la campaña pasada. Un Subies que quiere hacer grande a un Mollerussa como ya consiguió elevar hace años el nivel de un Benavent, que es una entidad mucho más modesta que el club de la capital del Pla d’Urgell. Estabilidad económica e institucional, planes de reconversión en SAD y creación y potenciación del fútbol femenino son las líneas maestras de la hoja de ruta de Subies y su junta.
Deportivamente, el Mollerussa aspira de nuevo a la permanencia, pero sin tener que esperar al último momento. El técnico Kiku Parcerisas, al que trajo Subies tras destituir a Moha El Yaagoubi, podrá comenzar una campaña desde el inicio con la tranquilidad y confianza que da el haber podido implantar sus ideas desde la pretemporada.
Por su parte, el Lleida inicia su particular travesía en el desierto tras haber descendido administrativamente por deudas a la plantilla. La mejor noticia y el objetivo ya cumplido del club es que esta temporada seguirá compitiendo, después de que estuviese en serio peligro su continuidad como entidad. La segunda buena noticia y muy importante es que, pese a estar asomado al abismo, cuenta con el impagable mayoritario apoyo popular. El aficionado no repara tanto en que la millonaria deuda con Hacienda y Seguridad Social sea una losa muy complicada de quitarse de encima y que, en todo caso, requiere de años y años de máxima austeridad. Ni tampoco quiere que se recuerde a cada momento que el club ha estado pésimamente gestionado, no ya en los últimos años desde su refundación en 2011, sino ya desde la extinta UE Lleida que tuvo que recurrir a un concurso de acreedores como en el que ahora está inmerso el club heredero. Y es que los sentimientos no se compran y el corazón perdona todo y más cuando el amor es incondicional.
La apuesta por una plantilla mayoritariamente formada por gente de casa, con el veterano capitán Òscar Rubio como estandarte, así como el sentimiento de pertenencia e identificación con unos colores y una tierra son las grandes bazas, junto con el apoyo incondicional de la afición, con las que cuenta el Lleida en esta etapa de transición que puede ser muy larga si el club logra superar este trance.
Al igual que el Mollerussa, el Lleida también tiene como objetivo deportivo mantener la categoría. Otra cosa sería ahora mismo no tener los pies en el suelo y no tener consciencia de la situación. Después, a medida que avance la competición, se podrá hablar, si todo va bien, de mayores objetivos.