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Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.

Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.ICS

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Los profesionales de los Centros de Atención Primaria forman la primera línea de lucha contra la Covid-19 y no siempre se han sentido bien valorados. Sobre todo en la primera ola de la pandemia. “Las UCI llenan titulares, pero nosotros hacemos un trabajo de hormigas”, afirma Pilar Vaqué, coordinadora del CUAP de Prat de la Riba. “Estamos emocionalmente cansados, pero comprometidos porque es nuestro trabajo. La Atención Primaria siempre ha ido un poco justa (de personal) y las administraciones nos han de ayudar”, señala, y destaca la importancia de poder hacer vacaciones para afrontar el rebrote de otoño. En este mismo sentido se expresa Mercè Porté, enfermera y directora del CAP de Onze de Setembre. “Estamos sobrepasados. No esperábamos tan pronto el repunte. Por los temporeros se veía venir, pero nos ha desbordado a todos. Han faltado rastreadores (de contactos de los positivos) y reforzar las plantillas. La única solución es hacer más horas, pero tenemos un límite”, afirma. Recuerda que desde los CAP se desplazan también a residencias y equipamientos habilitados como hospitales o centros de aislamiento y que asumen mucha burocracia. Pese a todo, reconoce que los ciudadanos tienen la percepción de que trabajan menos porque “no hay gente acumulada en la sala de espera y hacemos los controles más espaciados, pero tenemos 300 llamadas al día”. Vaqué añade que en el CAP Primer de Maig se ha llegado a “picos de 400-500 consultas telefónicas”, y subraya que “los auxiliares, administrativos, enfermeros y médicos estamos sobrepasados por el cansancio y por la situación de tensión e incertidumbre continua que genera estrés, y las maneras de trabajar cambiantes”.

Actualmente en los CAP de la capital se hacen pocas PCR porque mayoritariamente se derivan los pacientes al CUAP de Prat de la Riba, al que se desplaza personal de las áreas básicas de la ciudad y que también atiende visitas espontáneas. Antes, se hacían unas veinte diarias.

“Nuestro miedo es no poder dar el servicio que queremos” En el Baix Segre la situación es similar. Sergi Gòdia, médico del consultorio de Torres de Segre, dice que están “muy saturados” y que trabajan “tres veces más” que antes de la pandemia. “Hemos llegado a hacer en una jornada 130 asistencias, entre presenciales, telefónicas, virtuales y trámites administrativos. Hace seis meses la agenda era de 30 o 40 pacientes y ya a veces no teníamos tiempo”, ejemplifica, pero recalca que “es la situación que tenemos, estamos intentando parar el golpe como podemos y creo que lo estamos consiguiendo.” Destaca que “nuestro miedo principal ahora no es no tener EPI, que ya tenemos, sino la sobrecarga y no poder dar el servicio que queremos. Que la cosa no se nos vaya de las manos”.

Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.

Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.ICS

Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.

Una profesional sanitaria efectúa una prueba PCR a un paciente en la carpa frente al CAP de Prat de la Riba.ICS

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