SEGRE

CATÁSTROFE MEDIOAMBIENTAL

Chernóbil, 35 años después

Imagen de la zona de exclusión de Chernóbil, con los restos de la central nuclear al fondo.

Imagen de la zona de exclusión de Chernóbil, con los restos de la central nuclear al fondo.YURI KOZYREV

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Tres décadas y media después del peor accidente nuclear de la Historia, la catástrofe de Chernóbil pervive en las conciencias colectivas dividida entre el recuerdo simbólico y los efectos reales que todavía se perciben en una región –al norte de Ucrania y cerca de la frontera con Bielorrusia– donde el año pasado un incendio en los bosques de la zona provocó un repunte de radiación hasta 16 veces por encima de los niveles normales.

Los hechos comenzaron a las 01.23 de la madrugada del 26 de abril de 1986, durante una prueba planificada del sistema de seguridad en la Unidad 4 de la planta. Un corte eléctrico, añadido a una serie de errores del operador, desembocó en la fusión del núcleo del reactor RBMK de la unidad.

Dado que el reactor no estaba protegido por una cámara de contención, la explosión de vapor resultante atravesó el techo de la unidad e hizo llover trozos de barras de combustible y grafito altamente radioactivo en los alrededores. Los incendios generaron un humo radiactivo que transportó partículas contaminadas sobre Ucrania, Bielorrusia y Rusia, así como parte de Escandinavia y Europa en general.

Según el número de fallecidos oficial, reconocido por la comunidad internacional, solo 31 personas murieron como resultado inmediato de la explosión, mientras que la ONU estima que solo 50 muertes pueden atribuirse directamente al desastre. En 2005, no obstante, anticipó que un mínimo de 4.000 podrían haber fallecido como resultado de la exposición a la radiación, muchas de ellas residentes de Prípiat, la localidad habitada más próxima a la central, cuyos 50.000 habitantes fueron evacuados para no volver jamás.

El número real de afectados es imposible de conocer. Viktor Sushko, subdirector del Centro Nacional de Investigación de Medicina Radiológica con sede en Kiev, Ucrania, describió Chernóbil como “el mayor desastre antropogénico en la historia de la humanidad “tras estimar que 5 millones de ciudadanos de la ex URSS han sufrido como resultado de la catástrofe.

Prípiat existe ahora en limbo particular: una ciudad fantasma para los humanos; una posible reserva natural para los animales. De hecho, el Gobierno ucraniano ha reactivado su iniciativa para conseguir que la Unesco declare el área inmediatamente afectada, a pesar de los estudios científicos han determinado que la radiación en algunas zonas tardará 24.000 años en desaparecer, si lo hace alguna vez.

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