La adicción a nuevas tecnologías ha llevado a terapia a 40 niños de Lleida

Niños y adolescentes pegados contínuamente a la pantalla de un teléfono, mirando alguna de las numerosas redes sociales de las que forman parte, enviando algún mensaje a sus seguidores, colgando una foto en la que muestran lo felices que son o consultando los ‘likes’ (me gusta) de sus escritos o imágenes. Es el pan nuestro de cada día en los patios de los institutos, en las calles y en los puntos de reunión de los jóvenes. De cualquier lugar del mundo y, también, de las comarcas leridanas. Y los adolescentes lo saben. Son conscientes de que pasan muchas horas conectados a las redes sociales y casi la mitad de ellos reconoce, según una investigación del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, que en algún momento han sentido dependencia. “La mayoría de los niños de 12 años ya están en una u otra red social y la edad va bajando progresivamente. Y pasan muchas horas, conectados toda la tarde”, explica Àlex Palau, psicólogo del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ) de Lleida. De hecho, el estudio antes apuntado revela que un 8%, un porcentaje mucho menor pero a tener en cuenta, admite sin problemas que están enganchados a internet como podrían estarlo a cualquier droga. Es más, un 41% asegura que ven a sus amigos bastante o muy dependientes de las redes. Y ello, si no se controla, puede covertirse en un problema. Sin ir más lejos, el CSMIJ de Lleida ha atendido en dos años a una cuarentena de adolescentes con una media de edad de 15 años adictos a las nuevas tecnologías, especialmente a videojuegos, pero también a redes sociales y móviles. Y algunos son casos tan extremos como los de niños que han llegado a robar tarjetas de crédito a sus familiares y se han gastado hasta 5.000 euros en videojuegos y otros que pasan hasta 10 horas diarias conectados.

Evitarlo no es tarea fácil, pero los expertos apuntan al sentido común como el mejor de los consejos. “Los valores en el mundo digital tienen que ser los mismos que en el real. Igual que cuando sale de casa preguntamos a nuestro hijo a dónde va y con quién, también hay que saber en qué redes sociales está y en qué consisten”, apunta Palau. Para evitar un uso problemático y para que no se conviertan en víctimas de un ciberdelito, porque el 58% de jóvenes considera que el ciberbullying se da con mucha frecuencia entre compañeros y un 54% tiene la misma opinión del envío de imágenes privadas y comprometidas. “Hay un debate ético entre prudencia e intimidad”, reconoce Palau. Y si se resuelve este, también tener en cuenta que es inevitable que la tecnología vaya mucho más rápido de lo que los padres alcanzan a comprender.