El estreno de El paisano (TVE) no pudo ser más brillante en términos de audiencia. Líder en su franja horaria. Lógico porque es un estreno de lo más original... para los que no hayan visto nunca El Foraster. Es lo mismo pero en castellano y con rincones distintos. Lo presenta Pablo Chapiella, el Amador Rivas de La que se avecina. No lo hizo mal pero, ¿qué quieren?, no es Quim Masferrer. Empatiza peor y por lo general se le vio forzado tanto en las entrevistas como en el monólogo. No fue un mal programa, pese a unos incomprensibles fallos de montaje –en la entrevista del bar, el parroquiano sentado detrás de Chapiella, desaparecía misteriosamente–, pero tampoco matador. Alternó el buen rollo con el esquí de ruedas por las calles de Burgui, las esculturas con motosierra o el juego del Poquino, con el drama de los ahogados en el río Esca, y encontramos a faltar el toque gastronómico siendo una localidad del Valle del Roncal. Sin embargo la pegunta es: ¿Vendrá El Paisano a Catalunya con el riesgo de las inevitables comparaciones?
