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Competencias transversales

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Una competencia transversal es una característica de la persona que entra en juego cuando responde a una petición del entorno organizativo y que se considera esencial en el ámbito profesional para transformar un conocimiento en algo práctico a través del comportamiento. Estas competencias son aquellas que se necesitan para muy distintos tipos de profesiones. Saber trabajar en equipo es tan deseable para un creativo publicitario como para una cirujana. Aún así, hay áreas que demandan unas competencias transversales por encima de otras. Definimos las principales competencias transversales para que puedas añadir las que se corresponden con tu perfil.

Algunas de las competencias transversales se adquieren fuera del ámbito laboral; otras forman parte de los rasgos personales de cada cual, pero casi todas se pueden aprender y potenciar con formación especialmente orientada a trabajarlas.

• Trabajo en equipo. Según el Informe Infoempleo-Adecco, esta es la competencia transversal que ocupa el primer lugar.

• Orientación a resultados. Necesaria en la realización de proyectos en crecimiento, donde los tiempos no están suficientemente delimitados, pero hay que llegar a una fecha tope de realización.

• Capacidad de gestión y planificación. Cualquier cometido mínimamente complejo y dividido en tareas requiere establecer un orden de prioridades y un reparto funcional de recursos.

• Resolución de problemas. Las áreas profesionales dedicadas a la innovación o con una carga importante de imprevistos presentan retos continuos. Ser resolutivo se valorará especialmente.

• Habilidades comunicativas. Resultan imprescindibles en muchos campos. Se reclaman para puestos donde se trate con el público, proveedores o clientes, o en los que se haga alguna labor de difusión o de formación.

• Adaptabilidad o tolerancia al cambio. Hay sectores que están mutando desde los cimientos por la introducción de tecnologías y otros avances. En estos ámbitos se tendrá en consideración que el profesional sepa adaptarse.

• Iniciativa y pro-actividad. En puestos de responsabilidad o dirigidos a profesionales independientes, se valora la predisposición a iniciar acciones sin que precisen impulso externo.

• Creatividad. La creatividad es la capacidad de pensar distintamente a cómo se hace habitualmente y esto se valora en cualquier profesional que tenga que proporcionar ideas, soluciones y propuestas innovadoras. Puede estar relacionada con procesos y no solo con productos.

• Aprendizaje continuo. No tiene que ver con la edad, las ganas de aprender novedades sobre el sector en el que un profesional se mueve tienen que acompañarlo en toda su trayectoria.

Cuando hablamos de mejorar las competencias, solemos hacer un enfoque tradicional y clásico. No digo que esté mal, pero es lo común. Por tanto, va a ser difícil lograr una diferenciación real con una serie de habilidades que van, en mayor o menor medida, a conocer y dominar el resto de profesionales. Pero, ¿cómo nos diferenciamos de la competencia en el mercado? Debemos dar paso a nuestra autenticidad como profesionales. Comunicación, liderazgo, empatía, lenguaje no verbal, solución de conflictos… está bien, hemos de conocerlos. Pero, ¿qué habrá en el mercado sobre temas como neuroliderazgo, carisma, influencia, inteligencia emocional, PNL, otras técnicas que pudieran permitirme una diferenciación real del resto de profesionales, crear valor añadido para mi empresa y para mí, generar nuevas habilidades y poder diferenciarme como profesional de prestigio orientado al neurolíder?

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