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Xavier Sardà, con su clon.

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La gran confusión, el talk-show que estrenó el sábado La 1, es un auténtico disparate que pretende ser gracioso pero que lo consigue en muy pocas veces a lo largo de dos horas largas de duración. Mezcla de anteriores programas del comunicador como Crónicas marcianas, Moros y cristianos o Obrim fil, se trata de debatir sobre un tema típico y tópico –el del estreno fue la relación de pareja– con invitados, tertulianos, colaboradores fijos y testimonios. Ritmo acelerado y fallos de edición (no se emite en directo) como el de que una Paz Padilla muy sobreactuada le pisara a Sardà el nombre de la siguiente invitada, Loles León.

De los colaboradores fijos solo se salvó Miki Dkai (Torito estuvo en su línea, o sea horroroso) y el clon del presentador, agobiante. Y de los tertulianos, ¿qué decir?: Víctor Amela y Gonzalo Miró estuvieron en plan florero, una desmejorada Mariló Montero apareció peinada por su peor enemigo y tan solo Judit Mascó dio la sensación de estar verdaderamente a la altura. ¡Ah, y soltaron aquella vieja encuesta en que Manresa lidera las poblaciones con más infidelidades!

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