Un fallo en el reglamento
Más allá de que sea, o no, discutible que un concurso familiar con los niños como protagonistas acabe de madrugada o, incluso (es un debate a tener en cuenta), que menores de edad sean el gancho de la audiencia, y sí, Lamine Yamal está en idénticas circunstancias. La aceptación de La Voz Kids es la que es, que no es otra que arrasar en el primer time de los sábados en Antena 3. Dicho esto, en el reglamento del got talent arrastra, desde su primera edición, un error, grave error, que adultera, y de qué manera, el concurso. Y ese no es otro que los aspirantes de las primeras galas que aspiran a ser “adoptados” por los coaches juegan con ventaja, mucha ventaja, por encima de los que participan en las últimas “audiciones a ciegas”. Es lógico. Los cuatro entrenadores tienen diez plazas a su disposición y parten de cero cada uno. A medida que avanza el programa cada vez les quedan menos, lo que les hace ser más estrictos en su elección, dejando fuera a voces mejores que las que ya tienen. Ejemplo: con dos galas, Bisbal ya tiene 7, Edurne, 5 y Lola Indigo y Manuel Torizo, 4.