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Última Diada. Saben que no es así. En todo caso, penúltima y otra frustración a la vista. Diada dispersa para disimular la menor asistencia. Y dividida. Reaparece la Diada del Tripartit con otras siglas, ERC, Podemos y la CUP, de la que son excluidos los socialistas y Convergència. Se abre paso ya la confrontación social sobre la falsa unidad identitaria que pronto se convertirá en reyerta. Como siempre. Y de los Pujol, ni palabra: para eso sirven las diadas del olvido.

El derecho a decidir se ha transformado en la exigencia de la independencia. Sí, sin atajos. El equívoco y tramposo vocabulario soberanista se va aclarando. Independencia pacífica y democrática como si fuera posible una democracia que no respete la Ley, el Estado de Derecho y la Constitución, como si el derecho a decidir que le corresponde al conjunto del pueblo español se pudiera trocear aquí, en Galicia o en Cartagena. Apelamos a la Autodeterminación y al Derecho Internacional, otra falacia…La ONU sólo lo reconoce en casos de descolonización o de flagrante violación de los Derechos Humanos. De ahí, el indescriptible éxito internacional de las visitas al exterior. No importa, seguimos abriendo embajadas y seguiremos también en la Unión Europea a pesar de que en su Tratado Fundacional se establece que la segregación de un Estado comporta la exclusión de la parte que se segrega. Y así, viento en popa y a toda vela, a golpe de embajadas y TV3, las Diadas de los tripartitos de Maragall y Montilla siguen esa ruta que inflamó Artur Mas cuando se convirtió al separatismo para taparlo todo bajo la estelada. Rumbo a Ítaca, ese paraíso patriótico donde reinará la impunidad.

¿Balance del proceso soberanista hasta el momento? Para Mas y los suyos, no ha podido ser más desolador. A la espera todavía de la partida bautismal, el partido sin nombre de las sedes embargadas no ha alcanzado la mayoría excepcional, más bien lo contrario y no le ha salvado en el Parlament ni ese invento de Junts pel Sí que ya no existe en Madrid, esa lista multicolor en la que hubo que esconder como número cuatro al propio Artur Mas, lo que no evitó su sacrificio posterior y relevo por el número tres por Girona, el flamante President Puigdemont impuesto por la CUP. Al final pues, quedó lejos la mitad de los votos de unas elecciones convocadas en clave plebiscitaria. Catalunya ha quedado en manos de los antisistema de la CUP, a los que este President elegido por vía interpuesta y precisamente por ellos, tiene que prometerles estructuras ilegales de Estado y la ruptura unilateral con España vía referéndum o con elecciones constituyentes, pacíficas y democráticas, eso siempre cuando lo que se pretende en realidad es excitar la confrontación y la violencia para alimentar un victimismo que sirva para llegar a ese 50% más uno como si un voto más sirviera para romper lo que siempre ha estado unido. Y mientras no llega ese 50%, se actúa ya como si hubiera llegado. Se rompe antes de cumplir las leyes del Estado soberano, se incumple la legalidad española y la de Cataluña también, donde no se respeta ni el Estatut, no se acatan las sentencias de los Tribunales y se traslada al Partido Popular las culpas de las desastrosas consecuencias de un periplo que ha dejado por primera vez en el Congreso a la antigua Convergència situada en el gallinero, a donde la han enviado los votos de los catalanes que no creo que se sientan demasiado satisfechos con el bloqueo de la investidura al Presidente Mariano Rajoy, al que no se le puede pedir que colabore con la ruptura de la unidad de España que, a la vista de las preferencias expresadas por los separatistas, sería más fácil romper con el PSOE de Pedro Sánchez. Probablemente ese amplio electorado que apostaba por el seny que en su día representaba CiU se sentiría más respetado también si no se le ocultase obscenamente información veraz sobre las gravísimas consecuencias de la ruptura con España. Porque nuestros agricultores sin PAC tendrían que pagar aranceles para vender al resto de España y Europa. Los regantes del Ebro tendrían que acudir al Ródano y la Generalitat sin acceso a la financiación internacional y sin el FLA no podría sostener ni el pago de pensiones ni servicios públicos, lo que no parece importarles demasiado a los que aseguran que viviríamos mejor. Ellos; sin duda, sí; en una patriótica Ítaca con derecho a la impunidad. Mientras, los creyentes siguen felices agitando al viento cartones en los que alguien ha pintado un huevo frito.

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