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Un fotograma de la pel·lícula ‘El asesino’.

Un fotograma de la película ‘El asesino’.

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EL ASESINO

★★★★✩

La mirada de David Fincher, su demoledora introspección a la conducta criminal, esa inteligencia oscura que emana de seres complejos cuyo pensamiento siempre se mueve por laberínticas planificaciones, ya quedó clara con la extraordinaria Seven. Sus trabajos cinematográficos como Zodiac, El club de la lucha o The game son buenos ejemplos de esa complejidad narrativa que Fincher domina, que moldea a su gusto, que penetra en la mente con la precisión de un cirujano. Incluso en Mank, revisión biográfica sobre el guionista de Ciudadano Kane Herman Mankiewicz, muestra rasgos opacos sobre la personalidad y el proceso de creación de un hombre genial y destruido. Con El asesino, adaptando novelas gráficas de los franceses Alexis ‘Matz’ Nolent y Luc Jacamon, Fincher ofrece otra vuelta de tuerca. Narra el método de un asesino a sueldo desde la voz en off del personaje, un hombre marmóreo, minucioso hasta el exceso, planificador de muerte al detalle. Todo está calculado, cada gesto, cada pequeña acción, cada observación hacía el objetivo, un ser que hace de la precisión su modo de vida. Todo está controlado en un trabajo a realizar en París; la espera, el tiempo detenido hasta el momento de ejecutar su cometido, pero el azar es imprevisible. El error, esa milésima de segundo, le juega una mala pasada y a partir de ahí todo nos conducirá a un viaje a diferentes ciudades del mundo, a la rabia y al camino de la venganza, implacable, subida de adrenalina, calculada hacia aquellos que forman una perversa sociedad criminal que no han perdonado su fallo, espoleando su represalia.Este asesino que nos cuenta cada paso que lo lleva a ir completando su revancha escucha una música concreta, la del magnífico grupo The Smiths, en la que la voz de Morrisey va invadiendo el silencio de un hombre que no deja de pensar, de calcular, de matar. Y canciones como la poderosa How Soon Is Now? van engrandeciendo el film, casi como un vínculo inseparable. Con un Michael Fassbender sencillamente fascinante en su rol de ejecutor frío y resolutivo, El asesino es otra muestra de la maestría del realizador David Fincher que imprime momentos despiadados, con un ritmo trepidante que se enlaza con un monólogo interior sobre una terrible profesión que en algún momento nos recuerda a El silencio de un hombre del gran cineasta francés Jean-Pierre Melville.Películas sobre asesinos profesionales hay a cientos, pero pocas han sabido entrar dentro de la mente de un hombre cuyo oficio se plantea como una filosofía de vida, terrible en un mundo donde los valores están devaluados y crean seres monstruosamente perfectos en eso de matar, dueños como mordazmente diría Thomas de Quincey, “Del asesinato considerado como una de las bellas artes”.

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