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SANGRE EN LOS LABIOS

★★★✩✩

La realizadora británica Rose Glass nos lleva hasta una América cutre para mostrar una película por momentos feroz, impulsiva e implacable dentro de una historia amorosa con sello queer, en la que los personajes parecen perdidos en un territorio hostil. Sangre en los labios tiene ese aire de novela barata de serie negra de los 60 y 70. Es contundente pero, a la vez, muestra una relación lésbica sin cortapisas dentro de la sordidez de la trama en un Nuevo México con todas las taras de una sociedad bruta. La protagonista (Kristen Stewart), que regenta un gimnasio de mala muerte a muchos kilómetros de ninguna parte, hija del propietario de un campo de tiro, que a su vez trafica con armas y es malvado y amenazador por vocación –un Ed Harris caricaturesco que lleva su rol despiadado más allá del límite–, conoce a otra mujer (Katy O’Brian) que se ha dejado caer por allí y cuyo deseo es llegar hasta Las Vegas para participar en un concurso de culturismo. Entre ambas surgirá una relación sexual y atracción mutua poderosa, filmada sin restricciones. Esa forma de rodar de Rose Glass es de lo mejor de la película. Es directa, no se plantea disquisiciones del porqué de las cosas, sino que funciona por arrebato, por inercia, hacia desenlaces sangrientos que se entremezclan con los momentos románticos de la pareja.Hay una atmósfera triste en el desarrollo del film, un impulso destructivo como en las películas de Walter Hill o los primeros trabajos de los Coen. Lugares donde lo físico ocupa un lugar relevante, con esa joven que se carga de anabolizantes y sufre ataques de ira incontenibles. Un maltratador de mandíbula desencajada, un paisaje lunar, policías corruptos o un FBI incompetente que no sabe dónde está el cadáver, aunque lo tengan a sus espaldas, un par de asesinatos bastante toscos y esa sensación de un legado familiar difícil de sacarse de encima.Por momentos, Sangre en los labios camina hacia lo excesivo, hacia lo paródico, a convertir un drama criminal en una vía de escape, como un sueño de hadas roto y cosido con retales. Pero aun así, la película resulta atrevida, perturbada y perturbadora. Una mirada a un cine en el que habitan seres remanentes de una sociedad americana que vive alejada de esa American way of life y, no obstante, entre tanta furia cabe una historia romántica poderosa por encima de todo, sin prejuicios, sin sutilezas, llevada hasta las últimas consecuencias, que mira hacia adelante, dejando atrás dramas propios y ajenos así como las consecuencias de los mismos.

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