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AMIGOS IMAGINARIOS

★★★✩✩

El actor y director John Krasinski, que ganó en popularidad por la serie cómica y con buenas dosis de acidez The Office, metido en labores de dirección se pasó al lado oscuro siendo responsable de las dos entregas de la terrorífica Un lugar tranquilo. Ahora da un nuevo giro a su carrera y propone una historia afable sobre esos seres imaginarios que se supone hicieron compañía a muchos niños en su infancia y que fueron olvidados cuando se entró en la edad adulta quedando huérfanos y solos porque la memoria ya no los recuerda. Curiosamente, esos amigos imaginarios en el cine casi siempre se han mostrado siniestros, perversos y malignos. El terror puede venir dado por esas compañías que nadie ve pero que dan más desasosiego que alegrías, y que casi siempre comienza cuando el niño habla solo ante la extrañeza de los padres con su ‘colega’ invisible, o cuando está metido en el interior de algún juguete inofensivo en apariencia pero que da muy mal rollo.Amigos imaginarios no es nada de eso. De por sí, John Krasinski –que se reserva el papel de padre enfermo– nos plantea una película marcadamente infantil alternando y mezclando actores y actrices reales con una animación bastante lograda, con una gran variedad de personajes singulares, aunque todo sea dicho, a años luz de aquellos exhibidos en la magistral ¿Quién engañó a Roger Rabbit? de 1988, dirigida por Robert Zemeckis. Aquí, la protagonista es una adolescente que tiene la cualidad de ver y dialogar con esos seres fantásticos, metida junto a un adulto que guarda una sorpresa en su historia –papel a cargo de Ryan Reynolds en un trabajo puramente alimenticio– en la búsqueda de aquellas personas que se olvidaron con los años de sus fieles compañeros del pasado o, en todo caso, de que algún niño que no tiene, adopte a uno de ellos. Uno de los pasajes más logrados es la visita a Coney Island, un parque de atracciones neoyorkino que estuvo de moda en la década de los 40 y 50 y que hoy ha caído en decadencia pese a que guarda ese halo mágico de las cosas de antaño. La película entretiene, pero queda bastante lastrada por momentos excesivamente endulzados en una clara intención de emocionar, y que para conseguirlo no se duda en inundar la pantalla con escenas tiernas y almibaradas. Mirémoslo como un homenaje a criaturas que la imaginación creó para ayudar a infancias solitarias o colmadas de imaginería, aunque a decir verdad muchos de nosotros nunca tuvimos ningún amigo imaginario. O lo que es peor, con el paso del tiempo, ya ni tan siquiera lo recordamos.

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