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El realizador Cesc Gay sabe hacer un cine al que no le falta ni le sobra nada. Sus personajes poseen el encanto de la gente de carne y hueso, con sus sutilezas, sus equívocos y sus dudas. Los diálogos son inteligentes y hasta los secundarios tienen su momento específico. Tal vez por ello, todas las actrices y los actores quieren trabajar con él y se nota, se sienten cómodos por mínima que sea su presencia. Además, este cineasta conoce la ciudad, sus espacios y los enmarca bellamente. Truman o En la ciudad, junto con otros, son trabajos notables, humanos, sensitivamente a flor de piel, combinando lo divertido, lo serio y lo sentimental, lo delicado y lo frágil en cada frase y en cada momento justo.

Con Mi amiga Eva, construye una búsqueda de sensaciones, aquellas que promueven el enamoramiento, ese quedarse prendado o prendada de alguien, de sentir de nuevo la química entre dos seres. Eva está casada desde hace 25 años con un hombre afable, buen tipo, comprensivo. Ambos tienen un status económico solvente, son padres de dos adolescentes. En definitiva, una buena vida. Pero a sus 50 años, se despierta en ella un deseo irrefrenable de salir de esa realidad para conocer a alguien que la empuje al arte de la seducción, de extasiarse, algo que la lleva a tomar una decisión drástica, romper con su marido, comenzar de nuevo y lanzarse a la búsqueda de ese hombre, y que en lo más íntimo de su ser brote de nuevo el amor, esa chispa que en su interior prendió aquel argentino que conoció en un viaje de trabajo en Roma y que anhela volver a reencontrar por esas causalidades que da la vida.

'Mi amiga Eva'

Mientras tanto, ella persiste en su recorrido emocional, lleno de contradicciones pero firme pese a que todos los hombres que conoce son patéticos y sus fugaces aventuras lamentables. En Mi amiga Eva, todos están perfectos gracias a un guion trazado por Eduard Sola y el propio Cesc Gay donde el humor encaja y la tristeza se entremezcla con el deseo. ¿Y qué decir de Nora Navas, piedra angular por donde transcurre esta historia? Pues que es una actriz fantástica, expresiva, natural, que asume admirablemente un rol decidido y con muchos matices. Cesc Gay quiere a sus personajes. Los crea para que a pesar de sus decepciones exista un punto de esperanza y que tengan la oportunidad de ser felices o al menos tener la sensación de que así será. Es como la canción de Leonard Cohen Ain’t No Cure for Love (No hay cura para el amor) que suena en los créditos finales. Una frase que será cierta o no, quién sabe, pero no me digan que no es bonita.

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