Mirarse al espejo
Reírse de uno mismo puede resultar hasta terapéutico y quitarse de encima ese halo de falsa perfección es incluso admirable. Lo malo es cuando otros se ven reflejados en defectos personales y colectivos que, bendita inocencia, no tienen nada que ver con ellos. Tomarse demasiado a pecho la sátira, la ironía.
En Argentina, Homo Argentum ha creado controversia porque han visto en esta película una excesiva tendencia a sacar lo peor de la sociedad de aquel país, que ha retratado de modo malicioso los marcados rasgos porteños, mientras que a otros simplemente les ha gustado más o menos el tono de comedia de una película dividida en 16 historias cortas interpretadas todas ellas por Guillermo Francella, que aquí ejerce de verdadero camaleón abordando personajes variopintos que forman una parte del tejido social bonaerense. Cierto es que Homo Argentum no alcanza la importancia de películas episódicas como Relatos salvajes (2014), dirigida por Damián Szifron, pero habrá que convenir que en Homo Argentum era tarea harto difícil encontrar un mismo nivel entre unas historias y otras.
De entrada, la primera de ellas, Aquí no ha pasado nada, es demoledora, incluso con tintes muy negros sobre la hipocresía. Luego vendrán otras con un tono crítico nada disimulado, y algunas que duran apenas un minuto y que aportan más bien poco como La fiesta de todos o Cadena nacional, aunque con Francella al frente, las tituladas Noche de suerte, Piso 54, La novia de papá o Experiencia enriquecedora tienen su tono inquisitivo.
Todas las propuestas colocan más o menos el dedo en la llaga. Bienvenidos a Buenos Aires le pega bien fuerte a aquellos que tratan con divisas en las calles, a los que por allí comúnmente se les llama ‘arbolitos’, y no quedan muy bien parados, o Un film necesario en torno a un director insufrible y falso que vende humanismo. Y para rematar, Troppo dolce o esa pesadilla de un argentino que viaja al pueblo de Silicia de sus ancestros –aquí los sicilianos también quedan fatal–.
Homo Argentum
Por todo ello, esta película dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat –responsables de películas como El hombre de al lado o El ciudadano ilustre y de series como El encargado o Bellas Artes–, bien podría extenderse a la miseria humana en general, a reírnos de lo que somos o de lo que en ocasiones nos disfrazamos. Esto no es algo nuevo. Ya lo hizo estupendamente en 1963 Dino Risi con Monstruos de hoy en veinte episodios breves protagonizados por Ugo Tognazzi y Vittorio Gassman, que reflejaban con mucho sarcasmo los pecados de una Italia corrupta, inmoral e ignorante.