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Jamie Cullum, en su actuación en el Festival de la Porta Ferrada.

Jamie Cullum, en su actuación en el Festival de la Porta Ferrada.J.C.

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JAZZ

★★★★☆
Tras varias ocasiones fallidas por culpa de la dichosa pandemia, por fin hemos podido encontrarnos en vivo con Jamie Cullum, el otrora niño prodigio del jazz británico y que, veintitantos años después de su debut a finales del siglo pasado, constituye, hoy por hoy, una de las grandes figuras del género. Yo en particular lo descubrí tras el lanzamiento de Twentysomething, su tercer álbum, editado en 2003 y que supuso su encumbramiento a nivel mundial, grandísimas ventas y un montón de premios y reconocimientos como artista y gran revelación del año. En la actualidad, a estas alturas de carrera, cuando su trayectoria a nivel de maduración personal y artística resultan indiscutibles, el pianista y cantante de Essex se pasea por los mejores escenarios y festivales del mundo.

No cabe duda alguna, Cullum se ha convertido en uno de los principales referentes del jazz vocal actual, sin renunciar a una fusión inteligente y efectiva con otros géneros musicales como el pop, el soul, el rhythm & blues o el funk, que también ha demostrado dominar, tanto a nivel vocal como instrumental. En sus actuaciones en vivo, como la que disfrutamos en la Porta Ferrada hace unos días, pudo demostrar su condición de artista total, cantando, tocando, o bailando, amén de un dominio de la escena y del tempo de sus shows tan sorprendente como contagioso para el público que acudió extasiado a verle y a escucharlo. Sus repertorios de actuación, tras once discos en su haber, le permiten variedad y calidad en una sabia mezcla de composiciones propias, estándares de jazz y hasta versiones inverosímiles de artistas de toda condición como John Legend, Pussycat Dolls, Kanye West, White Stripes, Justin Timberlake, Coldplay y hasta Rihanna, con su Don’t Stop the Music, que se pudo escuchar en Sant Feliu de Guíxols.

El espectáculo en su conjunto resultó, por supuesto, de lo más excitante, acabando con todos los presentes en baile desenfrenado como muestra palpable del carisma y capacidad para contagiar la alegría y vitalidad de este pequeño pero grandísimo artista británico tan multidisciplinar y atrayente.

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