Músico de raza
Tenía muchísimas ganas de volver a ver actuar en vivo a Lluís Sánchez. Desde antes de su espectacular y trabajado triunfo de hace pocos meses en la última edición del reality show televisivo catalán Eufòria, no había tenido ocasión de hacerlo. Aún guardo fresco en mi memoria su paso por aquellos Spring Riot, cantando en inglés y con reminiscencias de Beatles, Queen, U2, Coldplay o Muse, auspiciados por el querido Toni Tolmos, que ganaron la edición de 2014 de la Mostra Directe de Lleida y que auguraban una profesionalidad musical de lo más esperanzador. Luego vendrían los Vernal, aparcando la lengua de Su Graciosa Majestad Británica, y con buenas canciones que Lluís recupera de tanto en tanto, y ese ramillete de actuaciones en la calle Major de Lleida, a imagen y semejanza de muchos grandes que se curtieron como artistas de calle, a saber, unos jóvenes Bob Dylan, Paul Simon, Al Stewart, Tracy Chapman, Justin Bieber, Beck o nuestro Ramon Mirabet, por poner algunos ejemplos relevantes y a quienes no se les cayeron los anillos picando piedra de la dura para demostrar de forma tan cercana y espontánea su talento y excelencia musicales.
Aprovechando su inclusión como telonero principal de la espectacular Julieta en la reciente celebración de la Festa Major de la Universitat de Lleida organizada por el Consell de l’Estudiantat, y antes de su actuación en las Festes de Maig de la ciudad, el próximo día 11 a las 20.00 horas en el escenario Festes Lleida de los Camps Elisis, preferí verle y escucharlo en un formato de máxima proximidad más adecuado para apreciar los matices. Pues eso, antes de imponerse con toda justicia en el concurso de TV3, aquellos que ya lo conocíamos y sabíamos de su inmenso talento nos preguntamos por qué meterse en un berenjenal semejante. Pues la respuesta le ha dado la razón: obtener un contrato discográfico; lograr proyección y difusión mediáticos que normalmente se antojan muy complicados; y darse a conocer ante el gran público aún a riesgo de poder parecer el típico cantante karaokero disfrazado, que acude a esta clase de eventos televisivos, pero que carece, más allá de una buena voz y maneras interpretativas correctas, del talento melódico necesario. Por no hablar de dotes de envergadura para la composición.
En el caso de Lluís Sánchez, podemos afirmarlo con conocimiento de causa, se trata de un músico de raza con capacidades compositivas reseñables, buena voz y habilidad sobrada como instrumentista. Nos lo demostró con creces el otro día en el Campus de Cappont, en el cual se graduó hace años como psicólogo, valor que le confiere la estabilidad emocional necesaria para triunfar en esta jungla depredadora que es el negocio musical.