¡Feliz aniversario!
La presente edición del Jazz Tardor, nos ha traído en concierto al cuarteto liderado por Toni Solà, junto a Ignasi González al contrabajo, Gerard Nieto al piano, Xavi Hinojosa a la batería, pero con un invitado especial, en la figura de Ronald Baker, trompetista y cantante norteamericano asentado desde hace años en París, ofreciendo todos juntos un viaje sonoro que homenajeó a la tradición del jazz clásico desde la personalidad moderna de todos estos intérpretes de tan gran envergadura artística. La ocasión no era menor. Acontecía la celebración del 25 aniversario de la academia Músics de Lleida, dirigida por el bueno de Ignasi González, una institución clave en la formación de generaciones de músicos locales y que ha querido ofrecer como regalo, a toda la ciudadanía, este concierto gratuito presentado una formación muy experimentada y lustrosa que lució todo el tiempo una cohesión ejemplar. El clasicismo del barcelonés Toni Solà, de robusto y cálido fraseo, claro heredero de la escuela de Ben Webster, Gene Ammons o Sonny Rollins, fluyó con una naturalidad asombrosa gracias a su dominio del vibrato y su manera de “hablar” con el saxofón, impregnando el concierto de un carácter íntimo y cercano, a pesar de la energía creciente del repertorio ejecutado. A su lado, la trompeta de Baker dibujó líneas limpias, precisas, con esa mezcla tan suya de elegancia y garra que recuerdan a Miles Davis, Clifford Brown o Lee Morgan, pero filtrada por una sensibilidad contemporánea y un swing envidiable. Cada una de las intervenciones vocales del de Baltimore –Satin Doll, Misty, Take The A Train, etcétera– añadieron un punto de calidez y bienestar, generando una complicidad inmediata y permanente con los asistentes. El motor rítmico formado por González e Hinojosa fue un lujo constante, firme, expresivo y siempre atento a las dinámicas del grupo y a los gestos de los solistas. El contrabajista, con un sonido musculoso y redondo, sustentó cada pieza con absoluta solvencia, mientras que el baterista alternó sutilezas con explosiones controladas, mostrando un conocimiento profundo de la tradición del hard bop. El piano de Gerard Nieto, por su parte, aportó el toque de sofisticación armónica que encuadró el discurso general del quinteto. Sus solos, fluidos y líricos, remitieron a la escuela de Wynton Kelly y Oscar Peterson, pero sin renunciar a una voz propia y característica como la suya. Desde el principio de la sesión, la pista del local se inundó de bailarines, Los Rebeldes del Swing, añadiendo un componente festivo que elevó la atmósfera general y provocó un vocerío que, en ciertos momentos, se nos antojó inaguantable. Las coreografías, no siempre sincronizadas con los acentos musicales del grupo, sí que reforzaron, sin embargo, el carácter lúdico del evento y acercaron el jazz al público desde el movimiento y la celebración. En definitiva, un concierto que no solo vivió un aniversario importante, también reafirmó la vitalidad del jazz en Lleida y cuánto le gusta a la gente este género musical.