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Ni el caluroso verano los adormeció, ni la catástrofe ecológica de los terribles incendios en el noroeste de la península Ibérica los conmovió. El uno de septiembre, lunes, la política española volvió a la greña y terminó la primera semana con una tensa ceremonia de inauguración del Año Judicial, a la que plantó el líder de la oposición, Núñez Feijóo. De este modo, la discrepancia ya está instalada en los tres poderes –ejecutivo, legislativo y judicial– lo que confirma una crisis institucional de gran calado. Ni rastro de diálogo; cero voluntad de entendimiento.

Traducida esa situación al lenguaje chusco, popular, recuerda al chiste que oíamos contar a vascos, riéndose de ellos mismos: “Pero, Patxi, ¿por qué hemos de discutir esto, con lo fácil que es arreglarlo a hostias?” Esa es la actitud de una parte de la dirigencia política española, amante del insulto frente a la propuesta de la bronca frente a la construcción. Como destacan varios dirigentes municipales, hay ayuntamientos en los que la ultraderecha de Vox gobierna con el PP, pero sin aceptar responsabilidades en el gobierno local. Un ejemplo, Binéfar (Huesca), con diez mil habitantes. No hacer nada demuestra que sirve para seguir subiendo en las encuestas.

Menos mal que el país, aunque disgustado por la polarización política, funciona razonablemente. Y eso no solo sucede en España: mientras Francia estudia poner de nuevo en práctica la política de la “cohabitación”, como cuando compartían el poder un presidente socialista, Mitterrand, y un primer ministro de la derecha, Chirac, Italia distingue entre la política de superficie, con Giorgia Meloni entregada a Trump, y el vicepresidente Antonio Tajani tejiendo alianzas económicas internacionales.

El viernes 5 de septiembre, a la misma hora que en Madrid se vivía la solemne jornada judicial más tensa que se recuerda, en Barcelona, en la sede de los grandes empresarios, el ministro español de Economía y Comercio, Carlos Cuerpo, y el vicepresidente italiano y ministro de Exteriores, Tajani, promovían más alianzas económicas y menos burocracia europea. Para Cuerpo, “Europa no puede caer en la parálisis, porque la hoja de ruta está lista, y lo urgente ahora es aplicarla, para que las pymes sientan de forma tangible los beneficios de pertenecer a la Unión”. Eso implica desburocratizar con propuestas concretas como un portal único de contratación pública comunitaria, mejor acceso a recursos económicos y un entorno empresarial más eficiente. El encuentro entre España e Italia se producía a orillas del Mediterráneo, “que debe ser motor de desarrollo y no un cementerio”, en palabras de Tajani. Destacaron el incremento del comercio entre los dos países: intercambios comerciales de 77.000 millones de euros e inversión cruzada de 65.000. Se estudiaron estrategias conjuntas para poner el foco comercial en Brasil, México, Argentina y Estados Unidos. En 2024 la inversión italiana en España se triplicó. Italia es el décimo país inversor y genera 107.000 empleos.

La aplicación de los aranceles por Trump anima a reorientar políticas de cooperación comercial que no pasen por Estados Unidos; aunque “un arancel del 15 por ciento no sea un regalo, –destacó Tajani– es mejor que lo que tiene que soportar la India”.

Será por eso también que la India –el país más poblado del mundo– bascula hacia el eje China-Rusia-Corea. La reciente cumbre entre Xi Jinping, Putin, Kim Jong-un y Modi probablemente no hubiera sido posible antes de Trump, o con una política distinta de la Casa Blanca. Un mundo revuelto nueve meses después de su toma de posesión. Y lo que viene.

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