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Fidel Castro, el último gran líder revolucionario que seguía vivo, falleció el viernes a los 90 años de edad y con él, desaparece uno de los iconos del siglo XX y el único sobreviviente de la Guerra Fría. Hijo de un rico emigrante y terrateniente gallego, el Comandante protagonista de la canción en su honor del compositor cubano Carlos Puebla Y en eso llegó Fidel, inició la revolución precisamente un 25 de noviembre de 1956, cuando a bordo del yate Granma, con el Che Guevara, llevó a cabo un ataque en la costa norte y se atrincheró en la selva de Sierra Maestra, donde organizó una guerrilla que dos años después, la noche de Fin de Año de 1959, acabó con el régimen de Fulgencio Batista. Durante más de 50 años fue una piedra en el zapato de Estados Unidos, incapaz de doblegar a la Cuba castrista a pesar de intentarlo militarmente, como la fallida invasión de Bahía Cochinos, o de varios intentos de asesinarle por parte de la CIA. Fue un personaje que no dejó indiferente a nadie y así despertó incondicionales admiraciones y las más duras oposiciones. Desde una leyenda revolucionaria y azote del imperialismo yanqui para los más desposeídos y la izquierda militante, hasta un líder autoritario o tirano para medio mundo. Lo cierto es que su revolución puso a Cuba en el centro de la escena internacional y Castro fue actor destacado en las tensiones de la segunda mitad del siglo XX entre socialismo y capitalismo y entre países ricos y pobres.

Desde que en febrero de 2008 traspasó el poder a su hermano Raúl, un Fidel enfermo ha permanecido en un segundo plano y ha asistido en silencio al incipiente deshielo con Estados Unidos de la mano de Barack Obama y el papa Francisco y al inicio de reformas económicas que impulsa el actual presidente para sacar al país del atolladero en que se encuentra debido al aislacionismo y al bloqueo que Washington prácticamente mantiene intacto. Con su muerte, también desaparece el guardián de facto de la ortodoxia revolucionaria de todos estos años, y Raúl Castro tendrá más libertad para tomar decisiones. Incluso puede favorecer este proceso el inesperado triunfo de Donald Trump, ya que es un personaje poco sensible para cuestiones relacionadas con la democracia y las libertades, y mucho más para los negocios que en el futuro los estadounidenses puedan hacer en la isla.

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