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Compactar la jornada laboral para salir antes del trabajo, introducir horarios laborales más flexibles de entrada y salida, avanzar las horas de las comidas, tanto del almuerzo como de la cena, y sincronizar los horarios de las empresas, instituciones y actores sociales y culturales. Estas son las propuestas de la plataforma Reforma Horaria, que integran una quincena de profesores, médicos, sociólogos y expertos en materia laboral, que impulsan una transformación positiva de nuestra sociedad a través de un cambio de horarios. Son unos loables objetivos que han tenido de inmediato una respuesta de las administraciones. Desde la ministra de Empleo, Fátima Báñez, quien propuso en el Congreso alcanzar un pacto para acabar la jornada laboral a las 18.00 horas, para lo que pidió un primer paso por parte de las empresas más grandes y de las asociaciones empresariales y sindicales. Hasta la vicepresidenta Neus Munté, que este mes de diciembre ha llevado a cabo la campaña Trobarem temps dins del temps, y ha reafirmado el compromiso de la Generalitat en el proyecto de reforma horaria para adaptarlos “a unos tiempos más humanos, cívicos y saludables”. Loables también estas buenas intenciones de ambas dirigentes, si no fuera porque se contradicen con sus propias actuaciones. Un ejemplo de ello lo hemos vivido en las últimas semanas en el sector del comercio, donde han autorizado una maratón de días de apertura que empezó el día 4 y finalizó este sábado. Más parece una voluntad de favorecer el consumismo desenfrenado de estas fechas, que de avanzar en la conciliación laboral y familiar que cada vez se hace más difícil cuando hay niños de por medio.

Estos loables objetivos tampoco han tenido una adhesión entusiasta del mundo empresarial, que más bien ha guardado silencio y mirado hacia otro lado. Y tampoco de otros sectores de la sociedad, que siguen cometiendo barbaridades. Basta recordar que esta misma semana la Federación Española fijó las 22.00 horas para el partido de vuelta de la eliminatoria de la Copa del Rey en el Camp Nou entre el Barça y el Hércules, un equipo de segunda B, al que el club invitó a escuelas y entidades de acción social pese a lo intempestivo del horario. Actitudes que ni son pedagógicas ni invitan al optimismo de poder aplicar algún día la reforma horaria.

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