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El presidente de la Generalitat, Quim Torra, nombró ayer a los 13 consellers que conformarán su Govern, entre los que figuran dos políticos que están en prisión, Jordi Turull y Josep Rull, así como dos de los que se encuentran en Bruselas, Lluís Puig y Toni Comín. Torra ha llevado a la práctica su voluntad de restituir en la medida de lo posible al anterior Executiu de Carles Puigdemont, siguiendo la línea propugnada por este, que fue quien le designó para ocupar el cargo. Así pues, puede concluirse que este es el Govern de Torra y de Puigdemont, y más teniendo en cuenta que su portavoz será Elsa Artadi, la principal lugarteniente del líder de Junts per Catalunya junto a Eduard Pujol. No lo será tanto de ERC, que abogaba por un gabinete “efectivo” y cuyos consellers cesados que están en la cárcel o en el extranjero rehusaron ser restituidos, salvo Toni Comín, que se ha convertido en un verso libre en el partido. La composición del nuevo Govern deja claro que su prioridad es retomar el rumbo hacia la independencia en el punto donde lo dejó el de Puigdemont cuando el Gobierno central lo destituyó al intervenir el autogobierno con la aplicación del 155. Precisamente, el Ejecutivo de Mariano Rajoy reaccionó ayer de inmediato a través de un comunicado en el que califica de “provocación” el nombramiento de determinados consellers, acusa a Torra de querer una “estrategia de confrontación” y recuerda que “el Gobierno de España” es “el único órgano competente” para autorizar el decreto firmado por el presidente de la Generalitat, con lo que deja en el aire la posibilidad de no validarlo y mantener el 155. Está claro que, por muchos llamamientos al diálogo que se hagan, este nunca será posible si ninguna parte quiere ceder un ápice.

Por otro lado, hay que destacar dos notables déficits en el Executiu de Torra. Uno es la falta de paridad, ya que de los 13 consellers solo tres son mujeres, algo inexplicable, porque los gobiernos deben dar ejemplo en este ámbito y porque repite el error que cometieron los partidos independentistas en la Mesa del Parlament. Y el otro, la falta de un representante de Lleida, hecho inédito desde 1992 con la excepción de seis meses al final del primer tripartito. Por mucho que Ester Capella sea originaria de La Seu d’Urgell, ha desarrollado su carrera política en Barcelona.

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