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El nombre no hace la cosa dicen en Derecho y hay que esperar a que sea la sustancia la que determine la justificación del nombre, pero de entrada la propuesta de gobierno de Pedro Sánchez es interesante porque conjuga trayectorias de prestigio en su ámbito profesional con políticos de experiencia en una mezcla transversal tanto desde el punto de vista generacional, como en su origen territorial o en su currículum personal. Sánchez lo presentó como un reflejo de la sociedad española, que aspira a su modernización con una apuesta progresista y también europeísta. De entrada sí que ha cumplido con sus promesas de paridad hasta el punto de que hay más mujeres, once, que hombres, seis, y además ocupan carteras tan trascendentales como la vicepresidencia, Economía, Defensa, Hacienda o Educación y también Justicia y Administraciones Públicas, que tendrán un papel importante en la gestión de la crisis catalana, donde ha colocado una fiscal progresista próxima al juez Garzón y una militante del PSC de su estricta confianza. Es significativo que haya recuperado carteras como Transición ecológica, asignada a una experta en el cambio climático, Cultura y Deporte y también Ciencia, Innovación y Universidades, para la que ha designado al astronauta Pedro Duque, la aportación más llamativa del nuevo gobierno junto al escritor y periodista Màxim Huerta al frente de Cultura. Ha optado por profesionales de éxito y de prestigio como los citados o el juez Grande-Marlaska en Interior junto a dirigentes de su estricta confianza como Ábalos en Fomento, Robles en Defensa o la vicepresidenta Carmen Calvo, y mantiene la tendencia de los gobiernos socialdemócratas por una apuesta por la ortodoxia en las carteras económicas, con el elogiado fichaje de Nadia Calviño, que deja la Comisión Europea para ocuparse de Economía, y progresismo en las carteras sociales donde hay una apuesta clara por las políticas de igualdad y combatir la pobreza infantil o la violencia de género. Completa el círculo el leridano Josep Borrell para Asuntos Exteriores con una trayectoria tan incuestionable como la fobia que despierta en algunos de los socios que propiciaron la moción de censura y su presencia puede servir para calmar ánimos en la meseta y abrir puertas en Europa. La propuesta es interesante, pero tienen poco tiempo y apoyos complicados en el Congreso para demostrar su progresismo y su apuesta por la modernización.

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