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Fue un acto protocolario comparable a la colocación de una primera piedra, que en este caso no hizo falta porque el edificio ya está construido y ayer se quería celebrar el inicio de las obras, pero que reviste una gran importancia simbólica porque por fin el Museu Morera, a partir de ahora el Museu d’Art de Lleida, ya tiene una sede definitiva y la tiene gracias a la colaboración de las instituciones implicadas, desde el Gobierno central a la Generalitat, pasando por la Paeria y la Diputación. Es importante desde el punto de vista cultural porque se soluciona la itinerancia y la provisionalidad en que ha vivido el Morera en sus más de cien años de historia en los que ha pasado por el mercado de Sant Lluís, donde ahora está la estación de autobuses; por el antiguo hospital de Santa Maria, que ahora es la sede del IEI; por el convento del Roser, que ahora acoge el parador de Turismo, hasta llegar a su actual ubicación en el viejo Casino. Pese a sus 4.500 obras, la pinacoteca más representativa de la ciudad no tenía una sede propia que le permitiera exponer sus obras y desarrollar un proyecto museístico que convirtiera al Morera en lo que a partir de ahora quiere ser el Museu d’Art de Lleida.

El paso dado ayer también es importante desde un punto de vista ciudadano porque representa recuperar y potenciar un edificio histórico, la vieja Audiencia Provincial, y convertirlo en un foco cultural que debe contribuir a desarrollar y dar vida a un eje tan básico para la ciudad y con tantas oportunidades de desarrollo como la rambla Ferran, hasta ahora reducida a zona de oficinas que languidecía por las tardes y que con este nuevo atractivo cultural puede ganar actividad y dinamismo. Y también es importante el acto de ayer desde un punto de vista político porque no es fácil que coincidan en estos momentos políticos en un mismo proyecto un ministro y una consellera, y que pese a las evidentes diferencias políticas y al inevitable intercambio de pullas, coincidan en respaldar un proyecto cultural de ciudad y que lo financien conjuntamente. La colaboración del Gobierno central, el de la Generalitat y también el de la Diputación con un proyecto de la Paeria es un hito que merece aplauso y que debería marcar el camino para nuevos proyectos que solo serán posibles si se mantiene este consenso institucional.

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