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EDITORIAL

Los daños más invisibles de la Covid

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Cuando queda poco más de un mes para cumplirse un año desde el inicio de las restricciones por la pandemia de la Covid-19, las entidades sociales no dejan de reforzar los servicios para atender el alud de demandas de primera necesidad. Y de las cosas que más destacan de las cifras, solo Creu Roja Lleida ya ha repartido productos de primera necesidad a 60.438 personas, es que al menos un 30 por ciento de estos demandantes acuden a los servicios sociales por primera vez en su vida. Cada día, los medios de comunicación damos los índices sanitarios de la evolución de la pandemia, la velocidad de contagio, el rebrote, la incidencia acumulada, hospitalizaciones, ingresos y salidas de las UCI y un sinfín de detalles de la Covid y su incidencia directa en nuestras vidas. Es evidente que el factor sanitario es el prioritario, porque de que podamos disminuir los casos dependen miles de vidas, sobre todo de personas mayores porque son las que cuentan los días con muertos y más muertos. También el factor económico suele llenar nuestras páginas y las de todos los medios de comunicación del mundo porque millones de personas en todo el globo terráqueo han visto disminuir drásticamente su poder adquisitivo; se han cerrado negocios, se han perdido empleos y trabajadores y empresas se las ven y desean para llegar a final de mes. Comercio, turismo, hostelería, transporte, ocio, cultura, deportes, etc. No hay un solo sector económico que no se esté viendo afectado por los efectos colaterales de la pandemia, que son muchos y universales. Pero solemos olvidarnos en muchas ocasiones de los miles de personas que no solo han perdido empleo y temen contaminarse, sino que los efectos del virus les ha dejado a las puertas de la vulnerabilidad más absoluta. Personas de edad avanzada, niños y hombres y mujeres de diferentes ámbitos y sectores que de la noche a la mañana se han encontrado sin ingresos y deben seguir comiendo y cubrir sus necesidades básicas cada día. Triste, muy triste ha de ser encontrarse en esta situación y por eso es tan encomiable la labor que hacen ONG diversas, Banc d’Aliments y entidades de todo tipo. Pero no debemos olvidar que corresponde al sector público evitar que esta vulnerabilidad deje sin asistencia a miles de personas. Nuestros impuestos también deben servir para ayudar a los que más lo necesitan de una forma justa e igualitaria.

Las vacunas, la prioridad Esta semana llega la vacuna de AstraZeneca y, aunque obligue a variar el calendario previsto, es una buena noticia que las tres ya aprobadas (Pfizer y Moderna son las otras dos) ya comiencen a buscar la inmunidad de rebaño que nos permita salir del túnel en el que vivimos desde el pasado marzo.

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