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Quien anunció a bombo y platillo que venían a salvar al fútbol con la Superliga se ha quedado solo, y el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, acostumbrado a imponer sus criterios en Madrid y en España, se ha quedado sin socios y con un proyecto que se ha derrumbado en dos días. Quiso aprovechar el tirón de los equipos más laureados y que también tienen más audiencia televisiva para multiplicar sus ingresos, crear una competición cerrada que no les dejara al albur de los resultados deportivos y contó inicialmente con el respaldo de seis equipos británicos en manos de accionistas americanos, rusos o árabes, tres italianos y dos españoles, Atlético de Madrid y el FC Barcelona con necesidad de mejorar sus ingresos.

Pero se enfrentó directamente a quienes ya controlan el fútbol, la FIFA, la UEFA y los gestores de las competiciones estatales, que supieron conseguir con más habilidad el apoyo de gobiernos como el del Reino Unido y sumar las reticencias que ya habían mostrado los equipos alemanes y el francés invitado a formar parte de la élite y como además los opositores han conseguido movilizar los sentimientos de los aficionados de los clubes ingleses el desenlace ha sido rápido: los seis británicos se han desmarcado del proyecto, que de momento se antoja completamente inviable. Es evidente que este tergiversaba el sentido del deporte, del mismo espíritu del fútbol en que modestos como el Alavés pueden llegar a una final europea, pero además se ha explicado mal, con nocturnidad y prepotencia, despreciando a las competiciones estatales y primando la ambición económica para hacer aún más ricos a los que ya lo son y que se buscaron referencias a otras competiciones como la NBA o la Euroliga de baloncesto sin tener en cuenta que allí se corrige la desigualdad deportiva con los drafts o procesos de selección y aplican con rigor los topes salariales.

Algún día tendrá que reformarse el fútbol y el reparto del pastel televisivo, pero no será con este proyecto, y de paso también habría que recordar que los que ahora se erigen en defensores de las esencias del deporte son los mismos que han concedido el Mundial a Qatar, donde se violan todos los derechos, o en el caso español llevaron la Supercopa a Arabia porque pagaban una millonada.

Un ritmo diferente No ha habido rebrote de casos de coronavirus después de Semana Santa y en esto ha influido que buena parte de la población mayor ya está vacunada, pero el coordinador de la Covid del Arnau advierte que Lleida lleva un ritmo diferente y que seguimos teniendo el doble de pacientes en planta y el triple en UCI que en el último confinamiento. Será cuestión de extremar la prudencia y analizar las causas.

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